26/2/11

Lo que usted quiera

Desde que mi anterior Amo me iniciara como sumisa he tenido la fijación, implantada por él, de no decir qué me apetece o qué me gustaría en una sesión. Mi anterior Amo se disgustaba cuando daba mi opinión, esto no significa que tuviera prohibido darla, solo era en determinadas situaciones. Me enseñó a desear lo que él deseara. Así empecé con el famoso "lo que usted quiera".

Cuando conocí a mi actual Amo cambiaron muchas cosas. Tuve que olvidar muchas normas y aprender nuevas. Algunas situaciones mejoraron, pero otras me resultaron difíciles de aceptar, ya fuera porque estaba acostumbrada a mi anterior Amo, o porque no entendía por qué debía cambiar mi comportamiento.

Una de las cosas que no consigo cambiar de mi primer Amo es el "lo que usted quiera".

Cuando mi Amo me llevó a una sesión con otro Amo y su esclava me dijeron que ella siempre deseaba lo que su Amo deseara, nunca diría su opinión y durante el rato que pasamos con ellos oí varias veces ese "lo que usted quiera". ¿Solo lo pueden/deben usar las esclavas?

Como ya dije en otro post, a mi Amo le gusta la comunicación, saber qué me gusta y qué me apetece en cada momento. ¡Pero a mí me sigue saliendo el "lo que usted quiera"! Realmente quiero lo que él quiera, no consigo pensar lo que me apetece a mí porque es lo que le apetezca a él. Normalmente me sentía mal cuando se daba esta situación porque sentía que mi Amo no conseguía lo que quería -saber lo que me gustaba- pero el otro día...

Después de sentir la cera en mi culo mi Amo me puso en posición para recibir unos azotes con la vara. Me dolieron, he vuelto a olvidar la vara. Me dijo que le mirara por el espejo, no suele gustarme eso, veo desde dónde cae la vara y me asusto más, pero sé que a él le gusta. Después de unos azotes llegó la pregunta:

"Te voy a marcar, ¿lo deseas?"

Por supuesto contesté con "lo que usted quiera". Lo que cambió fue que él me dijo que quería marcarme, que eso le gustaba mucho. Sentí alivio y le dije que a mí me gustaban sus marcas. Me dijo que podía cerrar los ojos, cosa que hago cuando los azotes van a ser duros, pero no quise, me quedé mirándole y viendo cómo la vara cortaba el aire hasta chocar contra mi culo y sorprendentemente no me dolieron tanto como otras veces.

Mi Amo me ha perdonado.

Durmiendo me ha pillado mi Amo. Suena el móvil, unos mensajes y vuelvo a meter la pata a mi estilo... Yo que creía que ya había aprendido a contener mi parte infantil y tan contenta que estaba por los últimos días que nos habíamos visto, me encuentro de nuevo lloriqueando delante del móvil sin saber qué hacer ni qué decir para retirar lo que ya había dicho.

Le he hecho pensar que no quería verle, nada más lejos de la realidad. Desde que pasé el fin de semana en su casa le echo de menos mucho más que antes y estoy deseando verle sea cuando sea. Pero por la tontería de no haber dormido lo suficiente y estar pendiente de cosas que tendría que haber dejado al margen como él me ha recomendado muchas veces, la he acabado pagando con él.

Me dice que ya no tiene ganas de verme y me derrumbo, menos mal que me ha permitido mandarle un email explicándole todo. Al rato recibo su contestación y con un suspiro leo "me encantas, iré en un rato". ¡¡Gracias, gracias, gracias!! Justo eso me he dicho al leer su mail.

Y aquí repito que haré lo que haga falta para que mi Amo nunca dude que quiero estar con él, que quiero ser su sumisa. Por muchas tonterías que llegue a hacer o decir, todas serán equivocaciones que enmendaré. Sé que soy joven, me falta experiencia como sumisa y como adulta, pero quiero aprender a ser mejor en todos los sentidos, para mí misma y para mi Amo.


Ha venido a mi casa. Me sentía mal por haberle dicho esas tonterías y por haberle hecho pasar un mal rato. En mi email ya le había dicho que me merecía un castigo y que lo aceptaría encantada fuera cual fuera. Los castigos siempre me han servido para sentir que mi Amo me perdona, -he hecho algo mal, me pasa algo malo- muy simple, pero el resultado es que siento un gran alivio y me veo más unida a mi Amo, borrón y cuenta nueva, olvidado. Pero hoy no he recibido un castigo.

"¿Crees que mereces un castigo? ¿Estás arrepentida por lo que has hecho?"

"Sí, Señor"

"Entonces no necesitas un castigo"

Me ha sorprendido muchísimo esa forma de ver las cosas. Da la impresión de que me he castigado yo sola arrepintiéndome. No estoy acostumbrada a esta situación. Me he llegado a sentir mal cuando mi Amo ha hecho que me corriera. No creía que me mereciera eso.

Y aunque todo haya empezado mal, ha resultado ser una tarde espléndida. Me ha encantado pasarla chupándole los pies, hacía ya mucho que no lo hacía y es algo que me gusta muchísimo, me pone caliente y a él también. Me he sentido en paz a sus pies. Y también me ha sorprendido que al comentarle que me gustó la cera, ha querido volver a usarla. Esas gotitas ardientes recorriendo mi espalda y mi culo. Sigo teniéndole miedo a las quemaduras, pero hoy la he disfrutado más. Tal vez por ir acostumbrándome, tal vez por el momento de perdón y reencuentro.

-Muchísimas gracias por haber venido a verme, Señor-

24/2/11

Sesión improvisada

No estaba planificado. No nos ibamos a ver ese día. Me llamó por teléfono y le dije que llevaba unos días de bajón, como siempre me preguntó qué necesitaba. ¿Qué necesito? "Follar". No suelo ser tan directa cuando me pregunta eso, pero parece que esta vez lo necesitaba más de lo que creía.

Media hora después mi Amo estaba en mi casa. Me pilló llevando únicamente una camiseta, hacía calor, me gusta estar cómoda por casa... pero a él no le gustó. Me dio la vuelta y me dio un azote con la mano bien fuerte "no quiero que vuelvas a recibirme así", me sentí mal, nunca me había dicho que eso no le gustara, pero debería haberlo supuesto. "Y tampoco así" y recibí unos azotes en el coño. Me quedó claro. Nunca más lo recibiré medio desnuda.

Le preparé la cena y me arodillé ante él para chupársela mientras comía. Y entonces pasó algo que supongo que a muchos les parecería una tontería, pero por cómo me sentía en ese momento, se me quedó grabado. Me hizo poner la lengua sobre la mesa y me clavó un poco el tenedor. Apretó más el tenedor contra mi lengua. Nos mirábamos a los ojos y mientras yo aguantaba el dolor creí ver que él aguantaba el placer. Me gustó creer poder sentir las dos cosas a la vez, mi dolor y su placer.

Fuimos al salón y vio que había comprado una vela. Me lo pidió hace un par de días, yo se lo había pedido hace ya tiempo. Nunca había probado la cera y además de tener bastante miedo, no tenía ni idea de qué tipo de vela era la que quería mi Amo. Se burló porque compré una muy grande. Era ancha y larga, metida en un cilindro de plástico. Busqué una de ese tipo porque pensé que si la cera se guardaba en el cilindro se enfriaría un poco antes de que cayera sobre mí...

La sacó del vasito de plástico y la encendió, el truco de enfriar la cera en el cilindro se esfumó de mi mente. Primero la probó en mi brazo. Las gotitas de cera cayeron en mi piel y me retorcí y grité. Pensé que me haría herida, estaba muy caliente. Pero cuando se secó la cera y mi Amo la quitó, no había marca.

Me puso a cuatro patas en el suelo. Estaba temblando. Aunque él me dijera que no iba a hacer nada que me dejara marca, no conseguía fiarme. No era como con la vara o el cinturón, la cera no se puede controlar de esa manera y pensaba que aunque su intención fuera no dejar marca, podía haber algún problema. Tengo la piel muy pálida y sensible, tal vez él jugaba con su experiencia con otras sumisas que no tuvieran el mismo tipo de piel. Las gotas de cera empezaron a caer sobre mi culo y mi espalda. Un líquido ardiente y suave a la vez que poco a poco se endurecía. Era una sensación muy extraña. Dolía, sentía que me quemaba y no podía ver cómo estaba quedando mi piel. Me retorcí y grité hasta que se me empezaron a saltar las lágrimas.

Él dijo que le estaba decepcionando. Yo le había pedido la cera y ahora no la estaba disfrutando. Dijo que me iba a cubrir el culo de cera, que abriera bien las piernas y lo pusiera en pompa. Estaba aterrada, esa zona es todavía más sensible, pero intenté quedarme quieta. Noté como un chorro de cera corría por mi culo y llegaba a mi coño. Me sentí humillada.

Todo se ralentizó, me dio un abrazo y me llevó al baño para limpiarme, vi en el espejo cómo había quedado mi culo cubierto por una capa blanca ya dura de cera. Me sentía flotar. Aun no sabía si me había gustado lo que había pasado cuando vi que traía la vela. De rodillas e inclinada hacia atrás esperaba que la cera cayera sobre mis pechos. Me gustó verlo. Sentía miedo cuando veía la cera volando hacia mi piel, luego sentía el calor y la suavidad de las gotas resbalando sobre mí y veía cómo se endurecían y me relajaba.

Cuando acabó todo me dijo que había gritado mucho, de nuevo se burlaba de mí y otra vez me sentí humillada. No creo que me quejara sin sentido, siendo una sensación tan diferente y nueva, creo que es normal que le tenga miedo.

Como todo lo nuevo que pruebo, aun me falta sentirlo más veces para saber si me gusta. Tengo que perderle el miedo, dejar de pensar en que pueden salirme ampollas o dejarme rojeces. Así podré disfrutar de las sensaciones que la cera provoca.

Fuimos a la cama. Me dijo que cogiera el lubricante y los condones. Después de tanto tiempo el médico me había dicho que ya no tenía ninguna fisura y que podía volver al sexo anal sin problemas. Tenía ganas, pero me daba miedo y por ese miedo tenía todavía más miedo a fallar, a que se me hiciera otra herida o que me doliera demasiado y mi Amo no pudiera disfrutar de mi culo.

"¿Sabes lo que va a pasar?" De nuevo humillación. Todo esto ya lo había hablado con él y los dos sabíamos qué iba a pasar... Le contesté que sí, que iba a usar mi culo. Y a ello nos pusimos. A cuatro patas mirando al espejo encima de la cama. Un poco de lubricante y con el primer empujón ya me dolía. ¡No entiendo qué le pasa a mi culo! Me dolió muchísimo, aunque una vez dentro entera sí que sentí algo de placer.

Cuando acabó me abracé a él y me dijo que se había sentido como un cabrón porque había visto que realmente me dolía mucho y aun así no había parado. No entendí por qué me decía eso. No me pareció mal lo que pasó. Solo usó mi culo y siendo mi Amo tiene derecho a hacerlo aunque me duela. Además me preguntó muchas veces si no quería que lo hiciera y yo le contesté que hiciera lo que él quisiera. Espero que el sentirse como un cabrón no signifique sentirse mal.

Después cogió el plug inflable y me dijo que me lo iba a meter por el culo. Reaccioné diciéndole que no. Un no sonoro y rotundo del que me arrepentí al momento y corregí poniendome en posición para que me lo metiera. Pero no lo hizo.

Me puso boca arriba, me agarró dos pinzas a los pezones enganchadas por una cuerda y me metió el plug por el coño. Empezó a hincharlo y a estirar de las pinzas. Me encanta que me haga eso, pero una vez me he corrido siempre me pregunta si quiero más y no sé contestarle más que "lo que tú quieras"... Me recordó que le gusta que le diga lo que quiero y lo intenté, pero no me sentí cómoda. Me volví a sentir humillada mientras le respondía a sus preguntas.

Pocas veces me siento humillada ante él, no sé por qué ese día hubo tantas situaciones en las que me sintiera así. No sé si las provocó él o es que yo me encontraba de alguna manera diferente que me provocara esas sensaciones. De cualquier manera, me gusta sentirme así si es con él.

21/2/11

Mi Amo me ha sorprendido

Cuando escribí el anterior post creía que mi Amo se enfadaría y que estos últimos días en los que tan unida a él me sentía se iban a acabar. Pero no fue así.

Tuve una conversación con él, en la que hasta tuve que sacar yo el tema. Estaba preocupada y no entendía por qué no me volvía a decir que no tengo cuidado y que me pongo en peligro. Llegué a sentir que debía pedirle un castigo.

Pero me dijo que me entendía, que si el cuerpo me pedía ese tipo de situaciones, él podía proporcionármelas. Me propuso que hiciera una lista de lo que me apetecía y todo lo iríamos cumpliendo. Pero no sé qué es lo que quiero y aunque lo supiera, no estaría convencida de querer cumplirlo. No creo que a mi Amo le guste lo que me pide el cuerpo. Me siento insegura, no sé cómo pedirle algo que ni siquiera sé qué es...

19/2/11

Noche sin mi Amo

Quería celebrar fin de exámenes, descansar, alejarme de los problemas, del estrés, y, por qué no, también de mi Amo para volver con los amigos que tan abandonados los tenía y olvidarme de todo lo demás. Pero lo que no me planteé fue que tal vez no se pueda huir de la sumisión.

¿Y si siempre soy sumisa? ¿Haga lo que haga seguiré siéndolo?

Salí con mis amigos y conocí a un chico. De él no me atrajo el físico, tampoco me pareció alguien interesante, diferente, al que valiera la pena escuchar. Pero vi que era dominante. Lo noté. Se portó bien conmigo, estaba un poco mareada y me trajo agua y me sacó de la discoteca para tomar el aire y reponerme mientras él temblaba de frío.

Nunca lo hago. Y lo digo en serio. Nunca antes me había ido a la casa de un chico la misma noche de haberlo conocido. Pero esta vez se lo pedí yo. Sabía que estaba jugando con fuego, que era peligroso, pero lo hice.

En el taxi me sentía como en mi primera sesión, el cuerpo se mueve, pero la cabeza no piensa.

El chico me agarraba de la nuca, me besaba y me mordía con fuerza. Al llegar a su casa yo seguía mareada y solo quería tumbarme, entré directa a su cuarto y me eché en la cama. Cuando me vi ahí recapacité. ¿Cómo había llegado hasta ahí? ¿Qué estaba buscando? ¿Qué iba a pasar?

Ya le había avisado al chico que no habría sexo, porque yo estaba con la regla, y él no había puesto ningún pero. Cuando se acercó a la cama pensé que tal vez me había equivocado. Tal vez solo era un chico joven, estresado con el trabajo, sin tiempo y que quería pasar una noche agarrado a una niña.

Pero luego volvió a cambiar todo. Se quitó la ropa y me la quitó a mí. Se puso encima y empezó a morderme, a agarrarme con fuerza de las muñecas, las piernas y a estirarme del pelo. Me hizo daño y aunque me quejara no me soltaba, lo sentía como una bestia hambrienta sobre mí.

Por una parte tuve miedo. Recordé todas las conversaciones con mi Amo en las que me insistía en que tuviera cuidado. Por otra... me gustaba lo que estaba pasando.

No pasó nada malo, ni golpes, ni nada que me resultase desagradable. Pero me preocupó que me comportara como una sumisa con ese chico. Le dejé tratarme como a una sumisa y creo que eso ofenderá a mi Amo. También es cierto que echaba de menos a mi Amo y que esa tarde me enteré de que no le vería hasta la semana siguiente, aunque no creo que eso sea excusa.

Me da miedo pensar que no pueda comportarme de otra manera. ¿Soy solo sumisa? ¿Es solo así como obtengo placer?

13/2/11

Del olvido al paraíso

Ya hace mucho desde el último post y es que he pasado por una mala época. Una época de exámenes. Echaba de menos escribir, pero sobre todo echaba de menos que me pasara algo digno de ser escrito. Dos semanas sin sexo, dos semanas sin correrme, dos semanas sin mi Amo...

Me alejé tanto mentalmente de la sumisión, que creía que la había perdido. Que se había ido de mí. No conseguía ver a mi Amo como tal, no podía pensar ni recordar situaciones que antes me ponían. Me perdí. Pero por fin acabaron los exámenes, el estrés y la falta de tiempo.

Este viernes me sentí libre y lo primero que pensé es que deseaba que mi Amo me dominara. Me vestí pensando en qué ropa podía gustarle. Quería dar buena impresión después de tanto tiempo sin vernos. Me había imaginado el reencuentro muchas veces antes de cruzar su puerta. Abrazos, besos, deseaba que llegara ese momento. Se abrió la puerta y nos vimos. Me sentí extraña. Había pasado tiempo sin vernos y nos saludamos consecuentemente, pero le miraba y lo sentía tan cerca como si no hubieran pasado casi tres semanas, como si no nos hubiéramos echado de menos, como si no hubiera pensado en él todas las noches un ratito antes de dormirme.

Estaba muy nerviosa, pero al contrario que otras veces, no estaba impaciente y, tal vez por ello, me sentía más sumisa. No tenía en mente nada que deseara que hiciera mi Amo. Estaba abierta a todo, solo esperaba a que mi Amo me ordenase algo. Pensé que si mantenía esa sensación de apertura y aceptación hacia las órdenes de mi Amo, no podría sorprenderme nunca. Pero lo hizo. Me sorprendió y muy gratamente.

Sacó los cinturones y después de unos azotes, sentí el cuero enrollado entorno a mi cuello, lo estiró y ató el otro extremo del cinturón a uno de mis pies, haciéndome levantar la pierna y echar la cabeza hacia atrás para poder respirar. Y así, apoyada en mis manos y en mi tripa esperé a mi Amo, que delante de mí, leía tranquilo. Nunca había hecho algo parecido y ni siquiera habíamos hablado antes de ello, pero me encantó, era algo que deseaba, pero no sabía cómo explicarlo. Cambió las ataduras, me ató las muñecas a los tobillos con las piernas dobladas y me puso boca arriba. No podía moverme y poco a poco me empezaba a doler todo el cuerpo, pero me encantaba estar tan expuesta ante mi Amo y contradictoriamente esa situación me relajaba. Aguanté azotes que creo que suelta no habría soportado, no por ser duros sino por la zona, los azotes en la cara interna de los muslos y el coño me resultan muy dolorosos, pero mi mente no los recogía como dolor en esa posición. Era lo que mi Amo deseaba y, como pocas veces antes, me sentí enteramente suya.

Hoy aun sigo en su casa y deseo que llegue mañana para volver a sentir sus azotes y sus manos sobre mí.