19/7/11

Sola ante el sumiso

Volví de fiesta con remordimientos. No creía que hubiera desobedecido a mi Amo con lo que había pasado, pero me sentía mal por no haber pedido permiso, por no habérselo consultado antes. Tuve miedo de haber metido la pata.

Inmediatamente le mandé un mensaje a mi Amo. No le contaba mucho en él, pero le avisaba de mis preocupaciones y de que quería hablar. Para mi sorpresa no hubo ningún problema. Me dio algunos consejos y su permiso para someter al sumiso.

Hoy le he mandado un mensaje al sumiso que conocí ayer. Le decía que hoy sería mi perro y que viniera a las 18.00. Pero ya había pasado mucho rato y no obtenía respuesta. Me enfado. Me gusta la puntualidad, no solo en las citas, sino también con los mensajes si son importantes. Le mando otro diciendo que si no contesta pronto, mejor que no se moleste en venir. Inmediatamente me llega su mensaje. Sí, vendrá.

Pero justo cinco minutos antes de la hora en la que debería llegar dice que llega un poco tarde... Muy mal, se ha ganado un castigo. ¡25 minutos tarde! De eso ya hablaríamos.

Viene nervioso, ni siquiera acierta a darle al timbre de la puerta. Me gusta que esté nervioso, será que se imagina lo que puede pasar. Su nerviosismo me tranquiliza. En seguida tomo el control de la situación y le mando sentarse de rodillas ante mí. Tengo que aclararle algunas cosas que la noche anterior quedaron en el aire.

-No serás mi perro.

Para qué negarlo... Soy y siempre seré sumisa. Sí, soy una mujer con carácter y me sé divertir, pero sobre todo soy la sumisa de mi Amo.

No será mi perro, porque no quiero un perro. Pero hoy quiero divertirme, así que hoy se tendrá que portar como mi perro. Por supuesto, él acepta con una sonrisa de oreja a oreja. Dado que acepta someterse a mí, tiene que aceptar también mis normas. Obediencia, respeto y disciplina. Si no le gusta algo, se va. Si no quiere hacer algo, se va. Si desobedece y se pone caprichoso o rebelde, se va. Y si no veo el respeto que me merezco... se va. Muy contento, aunque algo tembloroso él acepta.

-Dado que eres mi perro, quiero oírte ladrar como un buen perrito. (Gracias, Señor, por hacerme ladrar tantas veces, hoy he disfrutado como nunca viendo lo que le costaba ladrar a este sumiso)

Y, como todo perro, debe llevar correa. Le pongo al cuello una correa que compré hace ya un año para mí, y después de hacerle dar la patita y ladrar un par de veces más, tiro de ella y lo llevo hacia mi cuarto a cuatro patas.

Ahí le muestro, bien organizados, todos mis juguetes. Admito que los he puesto ahí para asustarle, puesto que había pensado qué iba a usar y no todos me iban a ser útiles. Ha sido gracioso ver su cara viendo los plugs ordenados por tamaños hasta llegar al inflable.

Aquí empieza lo bueno.

Le hago subir a la cama y esperar a cuatro patas mientras elijo instrumento. Vara. Azoto su culo y sus piernas y veo cómo aparecen poco a poco esas finas marcas rojas, algunas hasta con relieve. No controlo bien mi fuerza, así que intento no pasarme. El perro resulta ser un quejica. No me molesta, porque a la vez que se queja pide más azotes y se los doy con gusto.

Le recuerdo que ha llegado 25 minutos tarde. Él se excusa. Tonterías, ha llegado tarde, me ha hecho esperar, así que ahora tendrá que asumir su castigo. Le doy a elegir entre 25 azotes con vara en la planta de los pies o 25 bofetadas. Parece que no lo tiene muy claro, así que le doy tiempo para que se lo piense mientras voy atándole los huevos y la polla con una cuerda (previamente desanudada. Me he preparado mucho la sesión para que todo saliera bien) Tiro de esa cuerda mientras le doy los últimos azotes para dejarle el culo totalmente rojo. Veo cómo se excita.

Serán 25 bofetadas. Bien, entonces tendrá que probar cómo se sienten los azotes en la planta de los pies. Cinco golpes, no muy fuertes, pues cuando mi Amo me los da a mí, me da miedo que me dañe el tendón. Demasiado flojos se los he dado, ¡parecía que hasta llegaban a gustarle!

Lo tumbo boca arriba. Ya se le ve más concentrado y más sumiso.

-Ahora vas a trabajar tú.

Me quito el vestido, no llevo ropa interior. Me siento encima de su cara y mientras él se esfuerza en hacerme correr yo le azoto con el flogger. Cuanto más cachonda me ponía más fuerte le daba y el pobre se retorcía. Me daba miedo que le estuviera haciendo mucho daño. Este ha sido el momento en que más bruta me he puesto, pero he sabido controlarme.

Una vez estoy satisfecha y él saciado llega el momento del castigo. 25 bofetadas que irán de más suave a más fuerte. Otra vez queda claro que es un quejica. A la primera bofetada ya se asusta y suelta en tono burlón "si esta es la más floja, no quiero imaginarme cómo van a ser las demás" No hace falta que se lo imagine, le van a caer las 25 una detrás de otra por impuntual. Resulta que acaban gustándole y pide más y más fuertes.

Se ha portado muy bien, pero aun tengo que pensar si habrá penetración o no. Le doy a elegir, de nuevo, entre follarme con condón o hacerse una paja y correrse donde él eligiera de mi cuerpo. Eso sí, en cuanto se corriera, se iría de casa.

Un sumiso muy inseguro, de nuevo no sabe qué hacer, así que le digo que se lo piense mientras hace que me corra con su lengua. Aprovecho ese momento para hacerle una foto concentradito en mí y se la mando a mi Amo. Recuerdo alguna foto que Él me ha mandado de sesiones con otras sumisas, es agradable encontrarse algo así en la bandeja de entrada. Estaba segura de que le gustaría y además así le informaba de cómo estaba yendo todo.

Mi perrito aun no tiene ganas de correrse y me pide lamerme todo el cuerpo. Dejo que lo haga, aunque me centro en que me lama el culo. El pobre está tan nervioso que se queda blando y le vuelve la erección a cada pestañeo. Así no me va a follar.

Y he aquí mi momento sumisa. Decido que se corra en mi espalda. Adoro sentir los fluidos del hombre en mi espalda y, casualidades de la vida, este sumiso es fetichista de las espaldas.

 Perfecto.

18/7/11

"Quiero ser tu perro"

Ayer fue mi día, está claro. Nada más entrar a ese bar vi a una pareja, que a mis ojos eran Ama y sumisa, según ellas eran queer y la dominante no era Dómina, sino activa. Hablando con ellas y sus amigos salió el tema bdsm. Mientras la activa se divertía sacándome información sobre mis experiencias, yo veía cómo un chico del círculo se fijaba mucho en mí. Ese sería mi perro.

Cuando la conversación se ponía caliente el chico se levantó y se fue. Era un lugar de gente muy abierta, supuse que simplemente ese tema no le gustaba y fue a hablar con otra gente. Pero volvió.

Cuando vio que hablábamos de azotes y bofetadas el hombre soltó un quejido y pidió que dejáramos el tema aclarando que todo eso le gustaba demasiado y no tenía a nadie que se lo pudiera proporcionar. Me pareció muy dulce que dijera eso, suponía que lo había probado y lo echaba de menos.

Nos quedamos a solas y me dijo que me quería y que se pondría a mis pies si yo lo deseaba. Me pareció una reacción bastante exagerada para un hombre de 30 años, y así se lo hice saber. Pero al rato de hablar insistió.

-Quiero ser tu perro.

Bien, ¿por qué no? Parecía manejable, me gustaba físicamente y siendo que no busco nada sería divertido pasar un buen rato y además tener nuevas experiencias. Pero quedaba la duda. ¿Y si esto le parece mal a mi Amo? Le dije que lo pensaría, es decir, que lo tenía que consultar con mi Amo (¡pero eso no se lo voy a decir a un posible sumiso!)

Me dio pena pensar que tal vez no lo volvería a ver y algo que sí me deja hacer mi Amo es un pequeño revolcón con gente que me interese... Así que me arriesgué, me lo llevé al baño. Así él podría ver lo que yo tengo para ofrecer y yo vería si realmente era sumiso y cómo se comportaba sin gente delante.

No me defraudó. El hombre era tímido, era respetuoso y le veía algo de sumiso, aunque lo que pasó en el baño no fue nada bdsm.

Le dije que para ser mi perro tendría que ser obediente y que si deseaba tocarme o besarme tendría que pedirme permiso. Esa noche no lo hizo bien, me acariciaba sin pedir permiso y aunque le dijera que estaba siendo desobediente no se controló. No me pareció bien insistir en someterle y que me obedeciera porque aun no sabía si a mi Amo le parecería bien.

Ya era tarde y él tuvo que irse. Quedamos en que esta semana nos volveríamos a ver, pero al poco tiempo de haberse ido me llegó un mensaje suyo.

-Sé que esta noche me he portado mal, ¿no debería recibir hoy un castigo?

Sí, tenía razón.

-Hoy tu castigo será pensar en lo que ha pasado y esperar mis próximas órdenes.

Y eso hizo.

16/7/11

Un regalo de mi Amo.

Después de una semana larga y tediosa por fin volví a ver a mi Amo. Estaba nerviosa por el reencuentro, me sentía muy sumisa y quería que mi Amo quedara complacido esa tarde. Nada me hizo ver lo que se me venía encima.

La sesión transcurría sin problemas hasta que sonó su teléfono. No conseguía oír la conversación completa, al otro lado del teléfono solo sonaba un susurro. Mi Amo le dio instrucciones a ese susurro de cómo llegar hasta mi casa. Cuando colgó me aclaró lo que ya imaginaba, alguien iba a venir.

Pensé que sería una sumisa y me dio rabia que mi búsqueda se estuviera retrasando tanto siendo que a él no le cuesta mucho encontrar a quién participe en nuestras sesiones, pero no era una sumisa. Mi Amo me iba a regalar una sesión con un sumiso actuando yo como parte Dominante.

Inmediatamente me entró miedo, me puse muy nerviosa y conforme la idea fue calando en mi mente empecé a sentirme excitada y contenta. No quería hacerlo mal delante de mi Amo, pero es cierto que era un regalo y podía hacer lo que quisiera con aquel sumiso. Al verme insegura mi Amo insinuó que se haría cargo él de la situación y que yo quedaría como sumisa.

-¡No! Es mío.

Desde ese momento solo quedó excitación en mi cuerpo. Estaba dispuesta a someter a cualquiera que entrara en mi casa.

Desde la ventana vi cómo se acercaba un chico muy joven, tenía que ser él. Me sentí mucho más segura cuando vi que solo era un niño de unos 18 años. Perfecto para mi primera experiencia con un sumiso.

Ya en casa los tres mi Amo me dejó vía libre, se quedó a un lado supervisando. Eso me alivió mucho, lo que más me preocupaba de esta situación era tener que sentirme sumisa de uno y Ama de otro, sería una confusión demasiado grande y acabaría decantándome por un solo rol.

Y ahí estaba mi sumiso, temblando de arriba a abajo, mirando de reojo a todos lados y deseando que todo empezara. Obedeció sin problemas cuando le dije que se desnudara, me gustó lo que vi y quise llevarlo a mi cama, pero no lo hice sin más, le pedí permiso a mi Amo. Supongo que eso ya lo tengo asimilado como parte de mí, no hacer determinadas cosas sin la aprobación y permiso de mi Amo.

No me interesa tanto contar lo que sucedió sino las sensaciones que me quedaron de este encuentro. Recordé cómo me comporté y cómo me sentí en mi primera sesión y no pude dejar de compararlo a cómo se comportó este chico. No me pareció sumiso, en esto está en total desacuerdo mi Amo, ¿es que soy yo más exigente que él? Me contesto yo misma, claro que no, pero tal vez algunos matices en el comportamiento de la parte sumisa los vemos de distinta manera.

El sumiso dejó claro que quería ser atado, nadie le preguntó, se le estaba haciendo otras cosas y soltó con una voz pedigüeña e infantil "¡Átame!" Aun lo oigo en las noches, esa vocecita de niño bueno, con un tono feliz y despreocupado. Lo que me reí cuando lo dijo, pero ahora su recuerdo hace que me enfade. ¿Sólo veo yo algo de egoísmo y desagradecimiento en esa situación?

No creo que se sintiera sometido en ningún momento. Se le veía en los ojos abiertos de par en par que le tenía miedo a mi Amo y ganas de follarme a mí. No penséis que soy una creída, que el niño lo dijo con su voz aflautada y medio susurrando, pidiéndole permiso a mi Amo en vez de suplicármelo a mí... "Yo quiero follar con ella..." Y más risas por mi parte.

Sí, fue divertido, era un niño muy mono y abierto, pero no me pareció sumiso, lo vi como un chico más de los que han podido pasar por mi cama, buscando morbo y temeroso al ver que la situación a veces le superaba.

Le agradezco muchísimo la experiencia a mi Amo, así como los consejos que durante ella me dio. Me apetece repetir, pero esta vez con más tiempo, con más calma y tal vez siendo un poquito más estricta con esos comentarios de nene caprichoso.

Y aclaro:        No soy Ama. Soy y siempre seré la sumisa de mi Amo.

30/6/11

Nos visita una sumisa no tan sumisa.

Hace unos días mi Amo me invitó a pasar la noche en su casa. Estaba muy ilusionada, porque esta situación no se daba desde hace tiempo y tenía muchas ganas de verle sin prisas y disfrutar con sus deseos. Pero me dio una noticia que no me gustó mucho. Iba a venir otra chica. No me apetecía estar con otra chica y tener que compartir a mi Amo, se lo dije, pero también le dije que si era lo que él quería, así se haría.

Fuimos a recogerla. Mientras caminábamos hacia el punto de encuentro mi Amo me explicó que ella no tenía experiencia como sumisa y que, aunque le interesaba el bdsm, no la veía muy sumisa. Por supuesto ella sabía que estaba quedando con un Amo y su sumisa, así que pensé que estaría nerviosa y pondría muchos límites.

Para mi sorpresa todo fue mucho peor de lo que esperaba.

Hacía mucho que no me encontraba cara a cara con una mujer tan descarada, prepotente y egoísta. No parecía tener claro lo que podía pasar y con quién estaba andando. Sólo conseguimos decir "hola" y ella ya nos cortó para hablar por teléfono. Ese tipo de comportamiento me parece de lo más irrespetuoso y no sólo cuando estás delante del hombre que te va a someter y de su sumisa, con cualquiera. Desde el primer vistazo se ganó mi antipatía.

Ya en casa dijo que estaba nerviosa, pensé que tal vez por eso se comportaba así, para darse más seguridad. Tonterías. Esa mujer no era nada sumisa, pero tampoco era dominante, sólo actuaba como sumisa poniendo pegas a todo, mirando por encima del hombro a mi Amo, sin parar de hablar.

No me gustó la sesión, si se puede llamar sesión. No me dejaba concentrarme ese continuo parloteo que no llevaba a ninguna parte. No conseguí sentirme sumisa, me enfadó muchísimo su comportamiento, tenía ganas de cerrarle esa bocaza, atarla y que mi Amo la azotara, a ver si así entendía de una vez cuál era su lugar. Pero no dije nada porque sé que mi Amo también disfruta de este tipo de situaciones.

Espero que no se vuelva a repetir nada parecido, porque no sé hasta dónde llega mi paciencia y no me gustaría ganarme un posible castigo por poner en su sitio a una niña engreída.

9/5/11

Sesión conjunta II. Enema y orgullo de sumisa por su Amo.

Tumbada boca abajo vi que delante de mí había dos botecitos de desodorante, me preguntaba para qué los usaría. La otra sumisa ya sabía para qué eran y me ponía nerviosa que resoplase tanto, parecía que no le gustó nada cuando el Amo los usó con ella. No se me ocurrió cómo los usaría hasta que le vi metiendo uno en un condón.

Empezó conmigo. Poco a poco fue metiendo ese botecito, que ya no me parecía tan pequeño, por mi culo. Me sorprendí al ver que no me dolía tanto como otras veces, creo que estaba más relajada que de costumbre. Durante toda la sesión no me planteé nada, no dudé, no me resistí, a excepción de algunas situaciones con la vara que por mucho que me concentre, me superan. Iba notando cómo se metía en mí hasta que estuvo totalmente dentro y me dio placer. No quería que parara, estaba disfrutando mucho y me excitaba pensar que tal vez después mi Amo me usara, pero le oí decirle a la otra sumisa que trajera el enema. .

No me había avisado de que me iba a poner uno. Nunca los había usado y el tema había salido antes, le dije que estaba interesada, pero me daba vergüenza y no estaba segura de que a él le gustara que se lo pidiera. En ese momento no tenía ganas de usarlo, pero no dije nada, no sentía que no quisiera que me lo pusiera. Me sentía suya, como un juguetito para que él hiciera lo que quisiera conmigo y si tocaba enema, eso se haría, y con gusto. Me explicó que para hacer un fisting anal era necesario usar un enema antes. Me asustó mucho que dijera eso. Ya intentó hacerme un fisting hace tiempo sin mucho éxito y con demasiado dolor. Aun así tenía ganas de que lo volviera a intentar y de que lo consiguiera, pero ese no era el momento.

Aun no sé si me gustó o disgustó la sensación del agua dentro de mí. Y tampoco sé qué decir sobre la vergüenza que pasé ante mi Amo sentada en el váter cuando entraba sin avisar. Me sentí humillada, muy por debajo de él, usada. Eso me gustó.


Me dijo que cuando se me pasara fuera a la habitación. Allí me encontré a la otra sumisa atada de pies y manos boca arriba al somier de la cama. Pensé que no podría quejarse esta vez, mientras yo estaba aguantando un dolor de tripa bastante extraño a ella la ponían en esa situación. Me gustó verla así, pero no sabía que le iba a pasar y si tal vez me pasara a mí después.

Pero lo que ocurrió no me gustó nada. Mi Amo solo quería darle un orgasmo (esta sumisa tiene problemas para llegar al orgasmo), se lo iba a regalar, se esforzaba para que ella disfrutara. Pero ella no hacía más que quejarse, le ponía pegas a estar atada, a cómo usaba mi Amo el dildo, a que le dolía la espalda, que no se concentraba... Intentó manipular a mi Amo, ¡consiguió que le desatara una pierna y una mano! Veía a mi Amo desilusionado y frustrado. Estaba cansado de darle placer y la chica no se lo agradecía... Me pareció fatal cómo se comportó, no vi respeto por su parte hacia el Amo y finalmente se salió con la suya y la tuvimos que desatar sin ver su orgasmo.

No dije nada, no quería crear un problema. Tampoco sé cuál es su historia, cuánto han hablado del tema o qué ha pasado antes entre ellos con todo esto. Pero aun así me sentí atacada y ofendida por cómo se portó ante mi Amo.

8/5/11

Sesión conjunta II. Castigo y marcas.

En un momento de descanso, la otra sumisa se quedó dormida y nosotros pensamos en acostarnos también. Yo estaba mirando unas cosas en el móvil y mi Amo quiso que se lo enseñara, pero le dije que no en tono burlón, que lo mirara en el suyo. Me recordó que a la que se portara mal la sacaría a la terraza a dormir. Creí que seguíamos de broma y le dije, que vale, que me sacara si quería.

Me quitó la camiseta que era todo lo que llevaba puesto y tiró de mí hacia la terraza. Le dije que solo era una broma, que no lo decía en serio, pero le dio igual. Abrió la puerta y entró una oleada de frío. Le rogué que no lo hiciera, pero con un empujón me sacó, cerró la puerta tras de mí y bajó la persiana.

Me quedé desnuda, tiritando de frío y pegada a la puerta en la oscuridad de la noche. Intenté escuchar qué pasaba dentro de la casa. No lo oía cerca de la puerta, se había ido. Me había dejado fuera y cada vez tenía más frío.

Solo quería volver dentro, disculparme y abrazarle, sentir su calor y su protección.

Cuando me empezaba a desesperar me abrió y me dejó pasar. Y eso hice. Le abracé y me disculpé.

-Querías llamar la atención, ¿verdad?

Me dijo que me quería marcar, que me daría unos azotes para que en los próximos días no me olvidara de él (ya ves, aquí me tiene, como para olvidarme aun sin azotes) 50 azotes con la vara que me dejarían unas bonitas marcas. Uno tras otro cayeron sobre mi culo esos azotes, con algunos descansos entre medio para poder aguantarlos. Esos descansos me ayudaron, pero no los quería. Quería que no parara, que me los diera todos seguidos aunque no lo pudiera aguantar, quería sentirlos y quería tener sus marcas. 

Cuando acabó se los agradecí. Me llevó donde estaba la otra sumisa, que con los ruidos de azotes y mis gritos no había podido dormir y se los enseñó, le dijo que a la mañana siguiente ella también tendría esas marcas. 
Unas preciosas marcas rojas alargadas que ahora cada vez que paso por delante de un espejo las miro con cariño y excitación. 

Sesión conjunta II. Azotes.

Las dos sumisas tumbadas boca abajo en el colchón. Cara a cara esperábamos impacientes los azotes del Amo. Notaba el aire de la respiración nerviosa de mi compañera en mi cara mientras miraba de reojo al Amo que nos acariciaba las nalgas con tranquilidad.

Los azotes empezaron. Fuertes pero a la vez suaves, es la magia de azotar con la mano. Esas caricias que nos hacían ahogar los gritos pasaban de una a otra hasta que sentías su mano solo con escuchar el chasquido en la nalga de la compañera.

El Amo se levantó y fue a otra habitación. Nosotras nos quedamos calladas mirando hacia donde se había ido intentando adivinar qué traería. Oímos un tintineo metálico.

-Cinturón-dije.

A cuatro patas el cinturón caía sobre mi espalda y sobre mi culo, mi compañera esperaba mientras me oía alternar gritos de placer y de dolor. Luego le tocó a ella y pude ver la velocidad y la fuerza con la que chocaba el cinto contra su cuerpo.

Pero no se quedó satisfecha. Dijo que a ella le habían tocado menos azotes y que quería más. Me preocupó escuchar eso. Yo también lo había pensado, pero es el Amo quien decide qué pasa durante la sesión, tal vez le tenía reservada otra cosa. Se ganó un castigo.

El Amo cogió la vara mientras ella pedía que no la azotara con eso, pero los tres sabíamos que ya era demasiado tarde. No conté cuantos azotes fueron. Tuve que apartar la mirada, me dolía verla soportando el castigo.

Lo curioso de esto es que aunque me hubiera parecido justo el castigo, cuando mi Amo le dijo que no debía quejarse así y siguió con otra conversación, yo le contesté de forma un tanto irrespetuosa y burlona, pero lo justo para no ganarme un castigo. Fue como si mi parte de sumisa rebelde intentara defender a mi compañera.
Supongo que son los peligros de juntar a dos sumisas.

Sesión conjunta II. La llegada.

Esperando en la calle a que me recogiera la otra sumisa de mi Amo notaba cómo la gente me miraba. Tal vez me había pasado “poniéndome guapa”. Mi Amo le había dado mucha importancia, lo había repetido una y otra vez, lo que me hizo pensar en las razones de tanta insistencia. Le pregunté directamente qué tenía de especial hoy después de darle demasiadas vueltas y excitarme a cada nueva y disparatada idea que se me venía a la mente, pero no me quiso contestar. “Porque lo digo yo”. Así que añadiendo la incertidumbre de dónde acabaríamos la noche me arreglé para ir acorde a cualquier situación nocturna, lo cual a las ocho de la tarde y con un sol radiante llamaba la atención de los transeúntes.

En el coche de camino a la casa del Amo vi que mi compañera también iba arreglada y supuse que tendría mis mismas preocupaciones. Después de unos besos, que acrecentaron mi excitación, empezamos a hablar. Nos intentábamos sacar información la una a la otra de lo que podría pasar esa noche. Pero no había mucho que decir, nos contamos las mentirijillas que el Amo nos había dicho y seguimos imaginando qué nos depararía la noche.

Nos perdimos, la otra sumisa se preocupó por si el Amo se enfadaba, yo me mareé y tras muchas vueltas conseguimos llegar. Acordamos no comentar nada sobre el asunto.


La puerta estaba abierta. Entramos despacio a un salón a media luz, un colchón en el suelo y de espaldas al fondo estaba mi Amo, vestido de negro y excitantemente serio y tranquilo. Estaba claro que él sí sabía todo lo que iba a pasar.

La cabeza me daba vueltas, estaba muy caliente y ese ambiente no me ayudaba a tranquilizarme. A cada caricia suya me estremecía y deseaba que empezara todo, que me agarrara fuerte, que me diera una bofetada, azotes, ¡cualquier cosa! Por suerte él lo notó y me dio uno de los orgasmos más intensos que he tenido nunca, además de concederme un deseo… facesitting de la otra sumisa. El facesitting solo me lo había hecho mi anterior Amo y era algo que me encantaba, por supuesto también me gustó mucho con la sumisa, pero mientras lo hacía pensé que preferiría que me lo hiciera mi Amo.

Solo hasta ahí recuerdo con claridad. El resto de la noche fue algo tan nuevo, tan deseado por mi parte, que creo que aun no lo he asimilado. Solo tengo fogonazos. Escenas que vienen y se van. 

6/5/11

Hoy he caído en la cuenta de que...

Estaba frustrada, triste, perdida en la sumisión. Confusa por querer complacer a un Amo ausente. Atrapada en el bdsm y separada de la vida vainilla. Y llegó él. El cambio no fue fácil, pero ahora miro atrás y casi no me reconozco.

Todo ha cambiado. Él me ha cambiado. He crecido como persona y como sumisa a una velocidad y con una fuerza tan grande que me siento cómoda tal cual soy ahora. Tan poco tiempo hace desde que le conocí y tantas cosas que me ha hecho vivir.

No sabe lo agradecida que le estoy.

5/5/11

Primera sesión conjunta.


Como un destello pensé que tal vez mi Amo no vendría solo. Estaba planeada una sesión conjunta, pero no sabía los detalles –esos detalles que tanto me gustan. Como a qué hora llegaría exactamente, cómo debería ir vestida, cuánto duraría la sesión…

Pues llegó acompañado y yo en camisón y descalza. Tras las primeras vergüenzas y los primeros besos nos fuimos al sofá y casi inmediatamente me vi desnuda y desnudando a esa sumisa de la que estaba segura  ni conocía su verdadero nombre (buen punto lo del camisón, fácil de quitar y choque para la pobre chica que veía por primera vez un cuerpo desnudo de mujer tan cerquita del suyo)

Me gustaron esos primeros arrumacos, entrecortados con risas de nerviosismo y miradas al Amo para ver si le gustaba lo que hacíamos. Si bien es verdad que se me fue esa magia de la sumisión por la situación tan graciosa de ver los primeros pasos de una chica no muy bisexual hacia entre mis piernas.

Una vez bien hechas las presentaciones mi Amo trajo la vara. Yo venía avisada de que la sesión iba a ser muy dura y a cuatro patas, agarrando con fuerza las manos de la otra sumisa, esperé los azotes. Aun a riesgo de recibir una sanción de mi Amo –cosa que suele pasar cuando después de recuperarme de los azotes, bien resuelta le digo que no ha sido para tanto, debo confesar que no fue una sesión fuerte. Fue relajada, agradable y agradecida por mi parte. Los azotes con la vara y el cinturón me supieron a gloria, quitando unos pocos con los que tuve que controlarme, pero mirando a la otra sumisa a la cara, viendo su reacción al chasquido del cinturón, a la vara cortando el viento, la sensación no fue la misma de siempre, tal vez por ello aguanté mejor.

Lo mismo le tocó a ella y entonces fui yo la que cerraba los ojos cuando la vara caía sobre las nalgas de mi compañera y que sufría al ver el impulso que mi Amo le daba al cinturón. No sé si fue buena idea que mi Amo dijera en ese momento que yo podía parar los azotes dándole un beso a la sumisa. Miraba concentrada su cara y cuando veía demasiado dolor en ella me lanzaba a besarla mirando a mi Amo. No me sentía muy cómoda en esa situación. Me dolía verla aguantando el dolor, pero también quería que mi Amo disfrutara azotándola.

Fue en la cama donde mejor lo pasé. Las dos sumisas dando placer al Amo y a su entera disposición para lo que él deseara. 

También me parece importante decir que sentí la cera de otra manera. Me dio placer. No una mezcla de placer y dolor. Solo placer, en la parte alta de la espalda. Me pareció muy curioso. Siempre me cuesta no revolverme cuando van cayendo esas gotitas ardientes en mi cuerpo, pero esta vez deseé que no acabara.

No hay más que decir. Fue la mejor experiencia de mi vida sin duda alguna y estoy deseando que se repita.

26/4/11

Un Amo. Dos sumisas.

Finalmente no pude cumplir el reto de encontrarle una chica a mi Amo. Me sentí frustrada cuando me dijo que dejara de buscar. Le había fallado. Y aunque me explicó que en esas búsquedas perdía mucho el tiempo y que sería mejor que me centrara en otras cosas, no pude evitar pensar que le había decepcionado.

No todo está perdido. A él se le da mejor buscar y afortunadamente una de sus anteriores sumisas parece interesada en unirse a nuestras sesiones. Así que tal vez en unos días empiecen esas sesiones conjuntas. Siempre se habla de los celos de las sumisas cuando no tienen la exclusividad de su Amo. Curiosamente yo no me siento celosa, he pensado mucho en ello, me he planteado cómo debo sentirme ante esta situación, pero los celos no aparecen por ningún lado. Me haría feliz tener una compañera en las sesiones y que mi Amo pueda disfrutar de las dos. Pero sí que hay algunos sentimientos negativos rondándome.

Al principio tuve miedo y me sentí insegura. Sé que a mi Amo le gustaría una sesión con dos sumisas, por eso estaba buscándole una, pero ahora que todo se hace más real se me pasó por la cabeza que tal vez yo no fuera suficiente para mi Amo, que tal vez insistía mucho en este tema porque necesitaba más de lo que yo podía ofrecerle. Sé que es una tontería, incontables veces me ha repetido que está contento conmigo, que soy su sumisa y que todo va bien, pero creo que hago bien en pensar estas cosas. Aunque no tenga razón, pensar en ello me hará esforzarme más y así conseguiré que siga contento conmigo.

Los celos de las sumisas suelen ser por sentirse desplazas o por miedo a que les quiten el puesto, repito que no es mi caso, pero ocurrió algo extraño en una de mis últimas conversaciones con mi Amo. Él me decía que me seguiría viendo el mismo tiempo, que no me dejaría de lado por estar con la otra sumisa y que no notaría diferencia (uno de mis problemas es el sentirme abandonada por el Amo, necesito mucho tiempo, si no me pongo triste, lo sé, tengo que ir superándolo, pero es algo que me duele mucho) Y ahí salió mi orgullo de sumisa, de sumisa que puede con todo y que quiere que su Amo sea feliz y le dije que no me importaba si me veía menos, que lo entendería si quería tener dos sumisas. Por supuesto no le mentía, es lo que pienso, pero me horrorizaría tener que pasar por esa situación. Ver la mitad de tiempo a mi Amo se me haría muy duro y tal vez ahí surgieran celos por sentirme sola.

Ahora solo queda esperar. Ojalá todo salga bien. Ojalá me lleve bien con esa sumisa (es otro de mis temores) y mi Amo esté contento con las dos a sus pies.

28/3/11

Nuevas sensaciones



Llevaba ya un tiempo sin actualizar el blog y ¡no han pasado pocas cosas en mi vida sumisa! En las últimas sesiones me he visto mucho más unida a mi Amo, con más ganas de complacerle, admirándolo y respetándolo más. Pero eso no ha evitado que me haya ganado un castigo...

Mi Amo no suele castigarme, él dice que es porque no le doy muchas razones, pero hace unos días me costó obedecerle. Tuvo que repetir varias veces la orden y yo fui incapaz de reaccionar, tenía miedo y desconfié de él... Sin razón, porque cuando conseguí obedecer, vi que no hacía falta ni tener miedo, ni desconfiar. Pero ya había fallado. Esa fue la causa de los siguientes 30 azotes con vara. No estoy acostumbrada a sus castigos y ya con el hecho de haberle fallado me sentía muy mal. Aun así recibí los azotes y me sentí aliviada de recibir con ellos también el perdón.

Ese momento me hizo recuperar mis ansias por mejorar como sumisa. No quiero dudar, no quiero desobedecer ni desconfiar. La solución es la práctica, así que hoy mismo he pedido a mi Amo que me ordene cosas que sabe que no me gustan para así aprender a obedecer.


No sé si por ese deseo o simplemente por casualidad hoy me ha dado la orden de comportarme como una perra. Si se trata de hacer el tonto, ladrar y mover el culo como si tuviera un rabito peludo, se me da genial. Pero con mi Amo sentado delante de mí, serio y yo de rodillas ante él, la cosa cambia. Me he quedado sin habla.

-Ladra, perrita.

"Dios, ¿cómo se ladraba?" mi cabeza pensaba "guau" y ahí se quedaba, no llegaba más que a medio camino de la garganta. Nerviosa, notaba cómo me iba enrojeciendo casi más por controlar la respiración que por vergüenza, puesto que no era vergüenza lo que sentía, sino humillación. La más grande humillación que he sentido desde hace mucho tiempo.

-Ladra, perrita.

Después de que mi Amo repitiese la orden varias veces consiguiendo de mí un sutil "guau" (así, con todas las letras) me he empezado a agobiar, ¿me estaba ganando otro castigo?, ¿cómo podía resultarme tan difícil hacer lo que me ordenaba?

Pues guau, guau y GUAU! Finalmente he conseguido sonar como una perrita mientras esperaba a cuatro patas a que mi Amo me usara.

21/3/11

Mejorar como sumisa.

Se me hace extraño, pero hace ya un tiempo que estoy perfecta con mi Amo. No hay problemas, no hay discusiones, no hay desconfianza. No me falta ni me sobra nada. Y por lo que él me dice, parece que él también está contento conmigo.

Pero me queda una espinita clavada, y es que quiero mejorar como sumisa, pero no sé cómo. Creo que estoy siendo impaciente. El reto de conseguir una chica para mi Amo es realmente complicado. Hoy he estado a punto de conseguirle una, pero no sé cómo creo que se me ha escapado... Lleva mucho tiempo y acabo perdiendo los nervios con las excusas de la gente. No avanza el reto... y lo mismo me pasa con las sesiones. Quiero aguantar más azotes y más fuertes, pero físicamente no puedo y me desespero. Acabo con unas contradicciones en la cabeza que no me dejan pensar bien. Recuerdo en la última sesión que yo iba preparada y decidida a pedirle unos azotes a mi Amo, él se me adelantó y me los propuso y acepté pensando que esta vez iba a aguantarlos sin ponerme nerviosa, sin moverme y que los iba a disfrutar. Pero poco a poco el dolor era más profundo y el cuerpo se me movía solo. Mi cuerpo y mi cabeza me decían que pararan, pero cuando mi Amo me preguntó si quería más, le dije que sí. Supongo que sin entrenamiento no puedo mejorar y aunque las primeras veces lo pase mal, acabaré superándome. De nuevo mi impaciencia, ojalá pudiera ir más deprisa!

Se me pasan por la cabeza ideas y situaciones que a mi Amo podrían gustarle y no puedo llevarlas a cabo porque el cuerpo no me da de sí.

Le estoy muy agradecida a mi Amo por muchas cosas y quiero hacerle feliz, pero más feliz que ahora!

17/3/11

Volvió el pasado

Estaba en la ducha lavándome para que mi Amo me encontrara bien limpia y fresca cuando se me ocurrió que aun iba a tardar un rato en llegar y que yo estaba demasiado caliente como para esperar más. No vi inconveniente en juguetear un poquito con el plug inflable. El problema está en que mientras yo me aliviaba mi Amo me llamaba unas tres veces al teléfono y se desesperaba en el coche sin saber si iba a estar en casa o no...

Me sentí muy mal cuando me contó eso y él se debió sentir peor cuando le confesé lo que había estado haciendo yo en vez de esperarle. Me habló de forma dura, hizo que me sintiera todavía más culpable y me asustó comentando que tal vez me tendría que poner un cinturón de castidad.

Me hizo traer la vara y una cuerda al salón. En cuanto vi cómo comprobaba la resistencia de la estantería recordé los castigos de mi anterior Amo. Me dijo que me apoyara en el sofá y empezó a atarme el cuello y las muñecas a la estantería. A cada nudo recordaba los azotes que recibí de mi anterior Amo en ese mismo lugar. Temblaba y notaba cómo se me empezaban a saltar las lágrimas. Los castigos de mi anterior Amo eran muy duros, lo pasaba muy mal y siempre acababa llorando porque eso era lo que mi Amo de entonces buscaba. Pero ya desde hace meses no me veía en esa situación y me asusté pensando que no iba a ser capaz de aguantarlo de nuevo después de tanto tiempo.

Él se dio cuenta de que me pasaba algo y me preguntó, le dije que estaba nerviosa porque iba a castigarme por lo que había pasado. Pero me dijo que no estaba enfadado, no quería castigarme. Mi cuerpo se fue relajando y aunque el mal trago no se me pasó, mi cabeza se despejó. Mi Amo solo quería azotarme. De repente no me importó si iban a ser unos azotes muy duros o si iban a ser muchos, mi espalda se arqueó sin darme cuenta y mi culo quedó en manos de mi Amo y la vara.

Los azotes empezaron muy flojos, no me dolían, pero las lágrimas no paraban por los nervios. Le agradezco que tuviera cuidado, de otra manera lo habría pasado realmente mal. La fuerza de los golpes fue aumentando hasta que quedaron en mis nalgas unas preciosas marcas de las que estar orgullosa, por haber superado la situación, por volver a confiar en mi Amo después de un momento de flaqueza y, simplemente, por ser Sus marcas.

9/3/11

No sé qué quiero, pero quiero MÁS.

Ayer vi a mi Amo después de una semana. Casi había olvidado lo que es ser su sumisa...

Llamó por teléfono y dijo que me vistiera y bajara a buscar una plaza para el coche. No quiso darme explicaciones y me habló de forma dura. Tenía razón, no sé por qué le tuve que preguntar, las instrucciones eran claras. Corrí escaleras abajo y me pateé las calles donde nunca hay hueco a contrarreloj pensando en que en este tipo de cosas suelo serle inútil. Esta vez también lo fui, pero hubo suerte.

Ya en casa estuvo presente todo el rato la fantasía de que yo era una puta. Siempre es agradable sentirse una puta, pero si además es el reencuentro con tu Amo después de más de una semana sin verse y casi sin oirse la voz, se entiende que estuviera caliente desde su primer roce.

Todo lo que pasó y lo que se dijo me ha hecho pensar. Sigo teniendo dudas acerca de qué es lo que le gusta a mi Amo, siempre me dice que está contento conmigo y que le gusta lo que hago, pero creo que quiero que me exija más. Quiero sentir que cumplo todos sus deseos. Algo de lo que me dijo ayer me hizo pensar que hay cosas que le gustan, pero no las dice. Tal vez crea que no me van a gustar a mí y que eso puede crear conflictos. Pero yo estoy dispuesta a todo. Aunque me pida algo que en un principio no me guste, saber que a él sí le gusta, hará que lo disfrute.

Se habló de "cesiones", me dijo que me diría que quedara con quien él me dijera y que me comportara como una puta con él, que hiciera lo que me pidiera, y creí entender que cobraría por ello. Esta es una idea con la que fantaseo, pero hacerla realidad no creo que me gustara si fuera únicamente por mí. Pero saber que él me está mirando o que haya elegido él a la persona y luego tener que contarle lo que ha pasado y saber que a él eso le gusta... estoy segura que así lo disfrutaría completamente.

Pero todo son sensaciones, no tengo una idea clara de lo que quiero ni de lo que él quiere. Pero sé que diga lo que me diga lo aceptaré y lo haré encantada.

26/2/11

Lo que usted quiera

Desde que mi anterior Amo me iniciara como sumisa he tenido la fijación, implantada por él, de no decir qué me apetece o qué me gustaría en una sesión. Mi anterior Amo se disgustaba cuando daba mi opinión, esto no significa que tuviera prohibido darla, solo era en determinadas situaciones. Me enseñó a desear lo que él deseara. Así empecé con el famoso "lo que usted quiera".

Cuando conocí a mi actual Amo cambiaron muchas cosas. Tuve que olvidar muchas normas y aprender nuevas. Algunas situaciones mejoraron, pero otras me resultaron difíciles de aceptar, ya fuera porque estaba acostumbrada a mi anterior Amo, o porque no entendía por qué debía cambiar mi comportamiento.

Una de las cosas que no consigo cambiar de mi primer Amo es el "lo que usted quiera".

Cuando mi Amo me llevó a una sesión con otro Amo y su esclava me dijeron que ella siempre deseaba lo que su Amo deseara, nunca diría su opinión y durante el rato que pasamos con ellos oí varias veces ese "lo que usted quiera". ¿Solo lo pueden/deben usar las esclavas?

Como ya dije en otro post, a mi Amo le gusta la comunicación, saber qué me gusta y qué me apetece en cada momento. ¡Pero a mí me sigue saliendo el "lo que usted quiera"! Realmente quiero lo que él quiera, no consigo pensar lo que me apetece a mí porque es lo que le apetezca a él. Normalmente me sentía mal cuando se daba esta situación porque sentía que mi Amo no conseguía lo que quería -saber lo que me gustaba- pero el otro día...

Después de sentir la cera en mi culo mi Amo me puso en posición para recibir unos azotes con la vara. Me dolieron, he vuelto a olvidar la vara. Me dijo que le mirara por el espejo, no suele gustarme eso, veo desde dónde cae la vara y me asusto más, pero sé que a él le gusta. Después de unos azotes llegó la pregunta:

"Te voy a marcar, ¿lo deseas?"

Por supuesto contesté con "lo que usted quiera". Lo que cambió fue que él me dijo que quería marcarme, que eso le gustaba mucho. Sentí alivio y le dije que a mí me gustaban sus marcas. Me dijo que podía cerrar los ojos, cosa que hago cuando los azotes van a ser duros, pero no quise, me quedé mirándole y viendo cómo la vara cortaba el aire hasta chocar contra mi culo y sorprendentemente no me dolieron tanto como otras veces.

Mi Amo me ha perdonado.

Durmiendo me ha pillado mi Amo. Suena el móvil, unos mensajes y vuelvo a meter la pata a mi estilo... Yo que creía que ya había aprendido a contener mi parte infantil y tan contenta que estaba por los últimos días que nos habíamos visto, me encuentro de nuevo lloriqueando delante del móvil sin saber qué hacer ni qué decir para retirar lo que ya había dicho.

Le he hecho pensar que no quería verle, nada más lejos de la realidad. Desde que pasé el fin de semana en su casa le echo de menos mucho más que antes y estoy deseando verle sea cuando sea. Pero por la tontería de no haber dormido lo suficiente y estar pendiente de cosas que tendría que haber dejado al margen como él me ha recomendado muchas veces, la he acabado pagando con él.

Me dice que ya no tiene ganas de verme y me derrumbo, menos mal que me ha permitido mandarle un email explicándole todo. Al rato recibo su contestación y con un suspiro leo "me encantas, iré en un rato". ¡¡Gracias, gracias, gracias!! Justo eso me he dicho al leer su mail.

Y aquí repito que haré lo que haga falta para que mi Amo nunca dude que quiero estar con él, que quiero ser su sumisa. Por muchas tonterías que llegue a hacer o decir, todas serán equivocaciones que enmendaré. Sé que soy joven, me falta experiencia como sumisa y como adulta, pero quiero aprender a ser mejor en todos los sentidos, para mí misma y para mi Amo.


Ha venido a mi casa. Me sentía mal por haberle dicho esas tonterías y por haberle hecho pasar un mal rato. En mi email ya le había dicho que me merecía un castigo y que lo aceptaría encantada fuera cual fuera. Los castigos siempre me han servido para sentir que mi Amo me perdona, -he hecho algo mal, me pasa algo malo- muy simple, pero el resultado es que siento un gran alivio y me veo más unida a mi Amo, borrón y cuenta nueva, olvidado. Pero hoy no he recibido un castigo.

"¿Crees que mereces un castigo? ¿Estás arrepentida por lo que has hecho?"

"Sí, Señor"

"Entonces no necesitas un castigo"

Me ha sorprendido muchísimo esa forma de ver las cosas. Da la impresión de que me he castigado yo sola arrepintiéndome. No estoy acostumbrada a esta situación. Me he llegado a sentir mal cuando mi Amo ha hecho que me corriera. No creía que me mereciera eso.

Y aunque todo haya empezado mal, ha resultado ser una tarde espléndida. Me ha encantado pasarla chupándole los pies, hacía ya mucho que no lo hacía y es algo que me gusta muchísimo, me pone caliente y a él también. Me he sentido en paz a sus pies. Y también me ha sorprendido que al comentarle que me gustó la cera, ha querido volver a usarla. Esas gotitas ardientes recorriendo mi espalda y mi culo. Sigo teniéndole miedo a las quemaduras, pero hoy la he disfrutado más. Tal vez por ir acostumbrándome, tal vez por el momento de perdón y reencuentro.

-Muchísimas gracias por haber venido a verme, Señor-

24/2/11

Sesión improvisada

No estaba planificado. No nos ibamos a ver ese día. Me llamó por teléfono y le dije que llevaba unos días de bajón, como siempre me preguntó qué necesitaba. ¿Qué necesito? "Follar". No suelo ser tan directa cuando me pregunta eso, pero parece que esta vez lo necesitaba más de lo que creía.

Media hora después mi Amo estaba en mi casa. Me pilló llevando únicamente una camiseta, hacía calor, me gusta estar cómoda por casa... pero a él no le gustó. Me dio la vuelta y me dio un azote con la mano bien fuerte "no quiero que vuelvas a recibirme así", me sentí mal, nunca me había dicho que eso no le gustara, pero debería haberlo supuesto. "Y tampoco así" y recibí unos azotes en el coño. Me quedó claro. Nunca más lo recibiré medio desnuda.

Le preparé la cena y me arodillé ante él para chupársela mientras comía. Y entonces pasó algo que supongo que a muchos les parecería una tontería, pero por cómo me sentía en ese momento, se me quedó grabado. Me hizo poner la lengua sobre la mesa y me clavó un poco el tenedor. Apretó más el tenedor contra mi lengua. Nos mirábamos a los ojos y mientras yo aguantaba el dolor creí ver que él aguantaba el placer. Me gustó creer poder sentir las dos cosas a la vez, mi dolor y su placer.

Fuimos al salón y vio que había comprado una vela. Me lo pidió hace un par de días, yo se lo había pedido hace ya tiempo. Nunca había probado la cera y además de tener bastante miedo, no tenía ni idea de qué tipo de vela era la que quería mi Amo. Se burló porque compré una muy grande. Era ancha y larga, metida en un cilindro de plástico. Busqué una de ese tipo porque pensé que si la cera se guardaba en el cilindro se enfriaría un poco antes de que cayera sobre mí...

La sacó del vasito de plástico y la encendió, el truco de enfriar la cera en el cilindro se esfumó de mi mente. Primero la probó en mi brazo. Las gotitas de cera cayeron en mi piel y me retorcí y grité. Pensé que me haría herida, estaba muy caliente. Pero cuando se secó la cera y mi Amo la quitó, no había marca.

Me puso a cuatro patas en el suelo. Estaba temblando. Aunque él me dijera que no iba a hacer nada que me dejara marca, no conseguía fiarme. No era como con la vara o el cinturón, la cera no se puede controlar de esa manera y pensaba que aunque su intención fuera no dejar marca, podía haber algún problema. Tengo la piel muy pálida y sensible, tal vez él jugaba con su experiencia con otras sumisas que no tuvieran el mismo tipo de piel. Las gotas de cera empezaron a caer sobre mi culo y mi espalda. Un líquido ardiente y suave a la vez que poco a poco se endurecía. Era una sensación muy extraña. Dolía, sentía que me quemaba y no podía ver cómo estaba quedando mi piel. Me retorcí y grité hasta que se me empezaron a saltar las lágrimas.

Él dijo que le estaba decepcionando. Yo le había pedido la cera y ahora no la estaba disfrutando. Dijo que me iba a cubrir el culo de cera, que abriera bien las piernas y lo pusiera en pompa. Estaba aterrada, esa zona es todavía más sensible, pero intenté quedarme quieta. Noté como un chorro de cera corría por mi culo y llegaba a mi coño. Me sentí humillada.

Todo se ralentizó, me dio un abrazo y me llevó al baño para limpiarme, vi en el espejo cómo había quedado mi culo cubierto por una capa blanca ya dura de cera. Me sentía flotar. Aun no sabía si me había gustado lo que había pasado cuando vi que traía la vela. De rodillas e inclinada hacia atrás esperaba que la cera cayera sobre mis pechos. Me gustó verlo. Sentía miedo cuando veía la cera volando hacia mi piel, luego sentía el calor y la suavidad de las gotas resbalando sobre mí y veía cómo se endurecían y me relajaba.

Cuando acabó todo me dijo que había gritado mucho, de nuevo se burlaba de mí y otra vez me sentí humillada. No creo que me quejara sin sentido, siendo una sensación tan diferente y nueva, creo que es normal que le tenga miedo.

Como todo lo nuevo que pruebo, aun me falta sentirlo más veces para saber si me gusta. Tengo que perderle el miedo, dejar de pensar en que pueden salirme ampollas o dejarme rojeces. Así podré disfrutar de las sensaciones que la cera provoca.

Fuimos a la cama. Me dijo que cogiera el lubricante y los condones. Después de tanto tiempo el médico me había dicho que ya no tenía ninguna fisura y que podía volver al sexo anal sin problemas. Tenía ganas, pero me daba miedo y por ese miedo tenía todavía más miedo a fallar, a que se me hiciera otra herida o que me doliera demasiado y mi Amo no pudiera disfrutar de mi culo.

"¿Sabes lo que va a pasar?" De nuevo humillación. Todo esto ya lo había hablado con él y los dos sabíamos qué iba a pasar... Le contesté que sí, que iba a usar mi culo. Y a ello nos pusimos. A cuatro patas mirando al espejo encima de la cama. Un poco de lubricante y con el primer empujón ya me dolía. ¡No entiendo qué le pasa a mi culo! Me dolió muchísimo, aunque una vez dentro entera sí que sentí algo de placer.

Cuando acabó me abracé a él y me dijo que se había sentido como un cabrón porque había visto que realmente me dolía mucho y aun así no había parado. No entendí por qué me decía eso. No me pareció mal lo que pasó. Solo usó mi culo y siendo mi Amo tiene derecho a hacerlo aunque me duela. Además me preguntó muchas veces si no quería que lo hiciera y yo le contesté que hiciera lo que él quisiera. Espero que el sentirse como un cabrón no signifique sentirse mal.

Después cogió el plug inflable y me dijo que me lo iba a meter por el culo. Reaccioné diciéndole que no. Un no sonoro y rotundo del que me arrepentí al momento y corregí poniendome en posición para que me lo metiera. Pero no lo hizo.

Me puso boca arriba, me agarró dos pinzas a los pezones enganchadas por una cuerda y me metió el plug por el coño. Empezó a hincharlo y a estirar de las pinzas. Me encanta que me haga eso, pero una vez me he corrido siempre me pregunta si quiero más y no sé contestarle más que "lo que tú quieras"... Me recordó que le gusta que le diga lo que quiero y lo intenté, pero no me sentí cómoda. Me volví a sentir humillada mientras le respondía a sus preguntas.

Pocas veces me siento humillada ante él, no sé por qué ese día hubo tantas situaciones en las que me sintiera así. No sé si las provocó él o es que yo me encontraba de alguna manera diferente que me provocara esas sensaciones. De cualquier manera, me gusta sentirme así si es con él.

21/2/11

Mi Amo me ha sorprendido

Cuando escribí el anterior post creía que mi Amo se enfadaría y que estos últimos días en los que tan unida a él me sentía se iban a acabar. Pero no fue así.

Tuve una conversación con él, en la que hasta tuve que sacar yo el tema. Estaba preocupada y no entendía por qué no me volvía a decir que no tengo cuidado y que me pongo en peligro. Llegué a sentir que debía pedirle un castigo.

Pero me dijo que me entendía, que si el cuerpo me pedía ese tipo de situaciones, él podía proporcionármelas. Me propuso que hiciera una lista de lo que me apetecía y todo lo iríamos cumpliendo. Pero no sé qué es lo que quiero y aunque lo supiera, no estaría convencida de querer cumplirlo. No creo que a mi Amo le guste lo que me pide el cuerpo. Me siento insegura, no sé cómo pedirle algo que ni siquiera sé qué es...

19/2/11

Noche sin mi Amo

Quería celebrar fin de exámenes, descansar, alejarme de los problemas, del estrés, y, por qué no, también de mi Amo para volver con los amigos que tan abandonados los tenía y olvidarme de todo lo demás. Pero lo que no me planteé fue que tal vez no se pueda huir de la sumisión.

¿Y si siempre soy sumisa? ¿Haga lo que haga seguiré siéndolo?

Salí con mis amigos y conocí a un chico. De él no me atrajo el físico, tampoco me pareció alguien interesante, diferente, al que valiera la pena escuchar. Pero vi que era dominante. Lo noté. Se portó bien conmigo, estaba un poco mareada y me trajo agua y me sacó de la discoteca para tomar el aire y reponerme mientras él temblaba de frío.

Nunca lo hago. Y lo digo en serio. Nunca antes me había ido a la casa de un chico la misma noche de haberlo conocido. Pero esta vez se lo pedí yo. Sabía que estaba jugando con fuego, que era peligroso, pero lo hice.

En el taxi me sentía como en mi primera sesión, el cuerpo se mueve, pero la cabeza no piensa.

El chico me agarraba de la nuca, me besaba y me mordía con fuerza. Al llegar a su casa yo seguía mareada y solo quería tumbarme, entré directa a su cuarto y me eché en la cama. Cuando me vi ahí recapacité. ¿Cómo había llegado hasta ahí? ¿Qué estaba buscando? ¿Qué iba a pasar?

Ya le había avisado al chico que no habría sexo, porque yo estaba con la regla, y él no había puesto ningún pero. Cuando se acercó a la cama pensé que tal vez me había equivocado. Tal vez solo era un chico joven, estresado con el trabajo, sin tiempo y que quería pasar una noche agarrado a una niña.

Pero luego volvió a cambiar todo. Se quitó la ropa y me la quitó a mí. Se puso encima y empezó a morderme, a agarrarme con fuerza de las muñecas, las piernas y a estirarme del pelo. Me hizo daño y aunque me quejara no me soltaba, lo sentía como una bestia hambrienta sobre mí.

Por una parte tuve miedo. Recordé todas las conversaciones con mi Amo en las que me insistía en que tuviera cuidado. Por otra... me gustaba lo que estaba pasando.

No pasó nada malo, ni golpes, ni nada que me resultase desagradable. Pero me preocupó que me comportara como una sumisa con ese chico. Le dejé tratarme como a una sumisa y creo que eso ofenderá a mi Amo. También es cierto que echaba de menos a mi Amo y que esa tarde me enteré de que no le vería hasta la semana siguiente, aunque no creo que eso sea excusa.

Me da miedo pensar que no pueda comportarme de otra manera. ¿Soy solo sumisa? ¿Es solo así como obtengo placer?

13/2/11

Del olvido al paraíso

Ya hace mucho desde el último post y es que he pasado por una mala época. Una época de exámenes. Echaba de menos escribir, pero sobre todo echaba de menos que me pasara algo digno de ser escrito. Dos semanas sin sexo, dos semanas sin correrme, dos semanas sin mi Amo...

Me alejé tanto mentalmente de la sumisión, que creía que la había perdido. Que se había ido de mí. No conseguía ver a mi Amo como tal, no podía pensar ni recordar situaciones que antes me ponían. Me perdí. Pero por fin acabaron los exámenes, el estrés y la falta de tiempo.

Este viernes me sentí libre y lo primero que pensé es que deseaba que mi Amo me dominara. Me vestí pensando en qué ropa podía gustarle. Quería dar buena impresión después de tanto tiempo sin vernos. Me había imaginado el reencuentro muchas veces antes de cruzar su puerta. Abrazos, besos, deseaba que llegara ese momento. Se abrió la puerta y nos vimos. Me sentí extraña. Había pasado tiempo sin vernos y nos saludamos consecuentemente, pero le miraba y lo sentía tan cerca como si no hubieran pasado casi tres semanas, como si no nos hubiéramos echado de menos, como si no hubiera pensado en él todas las noches un ratito antes de dormirme.

Estaba muy nerviosa, pero al contrario que otras veces, no estaba impaciente y, tal vez por ello, me sentía más sumisa. No tenía en mente nada que deseara que hiciera mi Amo. Estaba abierta a todo, solo esperaba a que mi Amo me ordenase algo. Pensé que si mantenía esa sensación de apertura y aceptación hacia las órdenes de mi Amo, no podría sorprenderme nunca. Pero lo hizo. Me sorprendió y muy gratamente.

Sacó los cinturones y después de unos azotes, sentí el cuero enrollado entorno a mi cuello, lo estiró y ató el otro extremo del cinturón a uno de mis pies, haciéndome levantar la pierna y echar la cabeza hacia atrás para poder respirar. Y así, apoyada en mis manos y en mi tripa esperé a mi Amo, que delante de mí, leía tranquilo. Nunca había hecho algo parecido y ni siquiera habíamos hablado antes de ello, pero me encantó, era algo que deseaba, pero no sabía cómo explicarlo. Cambió las ataduras, me ató las muñecas a los tobillos con las piernas dobladas y me puso boca arriba. No podía moverme y poco a poco me empezaba a doler todo el cuerpo, pero me encantaba estar tan expuesta ante mi Amo y contradictoriamente esa situación me relajaba. Aguanté azotes que creo que suelta no habría soportado, no por ser duros sino por la zona, los azotes en la cara interna de los muslos y el coño me resultan muy dolorosos, pero mi mente no los recogía como dolor en esa posición. Era lo que mi Amo deseaba y, como pocas veces antes, me sentí enteramente suya.

Hoy aun sigo en su casa y deseo que llegue mañana para volver a sentir sus azotes y sus manos sobre mí.

16/1/11

Lejos

Hoy no me siento unida a mi Amo.
No creo que él se sienta unido a mí.
No consigo volver a la estabilidad de nuestra relación.
Creo que no confiamos el uno en el otro y eso nos da problemas.

Quiero que sea feliz, pero no sé conseguirlo sin ponerme restricciones a mí misma.
Necesito verle y que vuelva a estar todo como antes.
Quiero que nos olvidemos de este fin de semana.


Sola en casa sigo pensando en una solución.

12/1/11

Año Nuevo... ¡Amo nuevo?

Pero ¿qué le está pasando a mi Amo?

En el día de Reyes se cumplieron mis deseos. Mi cuerpo se estremeció cuando le oí decir que no iba a haber límites, que iba a ser su esclava. Me puse caliente solo de oír esas palabras de su boca, pero me vinieron a la cabeza algunas preguntas y preocupaciones ¿Superaría mi Amo algunos de los anteriores límites? ¿Sería yo capaz de aguantar o acabaría decepcionándole?

No hay límites.

Por primera vez sentí unos azotes con el cinturón duros que parecía que me iban a atravesar la espalda. Al primero quise huir. ¡Posición! Me quedé quieta y aguanté los siguientes sin respirar. No recuerdo si le di las gracias a mi Amo por aquellos azotes, pero creo que me gustaron.

Me hizo comerle la polla. Hasta el fondo. No era la primera vez, pero lo hizo con más fuerza agarrándome la cabeza. Cuando me la sacó de la boca tosí y me dijo que si lo necesitaba podía vomitar. Creo que quería hacerme vomitar o al menos no le habría importado que pasara. Tengo miedo de que llegue ese momento, me sentiría muy violenta, pasaría vergüenza además del malestar.

Tocan agujas. Coge una jeringuilla. Yo de rodillas con las manos a la espalda espero el pinchazo en el pecho. Toma impulso. ¡No puedo! Siento pánico con los primeros pinchazos. No quiero verlo, pero lo tengo delante. Se me saltan las lágrimas. No voy a poder, y se lo pedí yo. Quiero hacerlo, pero no consigo controlarme, me muevo en cuanto veo que se me acerca la aguja. Dice que me tranquilice y al final lo consigo. Pinchazo. No era para tanto, aunque las lágrimas no paran de correr por mi cara.

-Ahora lo vas a hacer tú.

Sabe que eso es imposible, ya lo intenté delante de él una vez y lo intenté a solas para practicar. La mano se me para antes de llegar a la piel, es un acto reflejo y eso no lo puedo controlar. Me coge la mano que lleva la jeringuilla. Lo haremos juntos. Casi no podía respirar del nerviosismo. Varios intentos y... pinchazo. No me lo puedo creer. No puedo describir lo que sentí.

Un poco mareada me lleva a la cama y sigue con las agujas. Ya estoy más tranquila y las aguanto mejor.

-Hazlo tú.

¿Otra vez? Lo hago lento. Cojo la aguja y la pongo sobre mi culo. El mira en silencio. Luché contra mí misma con todas mis fuerzas y solo conseguí atravesar la primera capa de piel. Noté cómo la rompía la aguja y tocaba la siguiente, más sensible y más dura.

-¡Hazlo! ¡Ahora!

Aprieto conscientemente y noto como mientras la aguja empieza a atravesar la segunda capa de piel una fuerza inconsciente empuja hacia arriba para sacarla. Grito y no tanto de dolor sino por la batalla mental que tengo que superar para obedecer a mi Amo. Y se rompe la segunda capa y el resto del camino es blando.
Vi que a mi Amo le gustaba ver eso. Me quitó la aguja y me preguntó si podría hacerlo otra vez.

-Sí.

Me encuentro con que la aguja vuelve a mis manos y tengo que repetir todo el proceso de nuevo, esta vez con más facilidad.

Como siempre me dijo que no comprara agujas, que no las necesitaba. Sé que le gustan, y de vez en cuando me apetece usarlas, me gusta tener alguna es casa, por si acaso.

Acabó el día y pensé que volvía a ser su sumisa, no su esclava, que volvía a tener mis límites, que sólo había sido una prueba.

Hoy he vuelto a ser esclava sin límites.

No sabía si esta situación le iba a gustar a mi Amo. No sé si él ha cambiado o es nuestra relación, tal vez tengamos más confianza (yo la siento, pero no puedo evitar pensar en ello) Desde Navidades he notado un cambio en mi Amo, un cambio en mí y un cambio en nuestra relación. ¿A dónde nos lleva esto?

Ahora necesito que alguien me explique qué significa "no tener límites". ¿Cómo debo comportarme desde ahora? ¿Esperará mi Amo algo de mí en lo que aun no he pensado?

5/1/11

Fe de erratas

Las Navidades fueron duras, pensando en mi Amo, imaginando el reencuentro.

El reencuentro no fue lo esperado. Necesitaba ser sometida y no se consiguió, hubo algunos líos con terceros que hicieron que me sintiera abandonada.

Al siguiente día esperaba de nuevo a mi Amo y no pudo venir.

Todo esto unido a mi pesimismo y falta de confianza ha hecho que meta la pata de nuevo hasta el fondo y vea temblequear la estabilidad que creía que tenía esta relación.

Quería una conversación con mi Amo, sin prisas, sin terceros por medio, solo nosotros, lo que había pasado, cómo nos habíamos sentido y cuál era el problema y la posible solución. Por fin la he tenido.

Ahora veo que tenemos distintas visiones de nuestra relación. Y me gusta más la suya, pero me cuesta ponerme en su lugar. Creo que sigo arrastrando las ideas de mi anterior Amo, acabaron siendo mías también. Además soy demasiado desconfiada. No estoy acostumbrada a que mi Amo se preocupe de verdad por mí y que lo pase mal cuando yo estoy triste. Se lo he oído decir, pero creo que aun no lo he asimilado.

Cuando me dijo que esa tarde vendría otra chica no me pareció mal, es decir, me pareció perfecto, solo me preocupó el no saber de dónde salía esa chica, pero en ese sentido sí que confié en él. Pero luego, cuando yo estaba sola y él no me llamaba para que pasara a la habitación, empecé a desconfiar. Era el día del reencuentro, se trae otra chica, una chica en la que tampoco está realmente interesado, no la comparte, no sé qué pasa, ¿por qué se la ha traído a mi casa? ¿por qué justo hoy? ¿es que no le hacía ilusión volver a verme?

No fueron celos, no soy nada celosa, me gusta la variedad y que los que me rodean disfruten de ella también. No estaba enfadada con mi Amo, tengo asumido que él decide qué se hace y qué no. Tampoco me parecía mal que estando yo en casa él disfrutara de otra chica y yo esperara. Lo que me dolió fue el haber puesto tantas esperanzas en un día que al final fue como otro cualquiera.

No quise darle importancia. No quería decirle nada a él, no quería que se me notara que lo había pasado mal. Pensé que al siguiente día ya habría más tiempo. Pero él me lo notó y por eso no hubo buena conexión el resto del día. Ahora me duele que fuera mi culpa que él tampoco quedara satisfecho en ese día de reencuentro. Y lo peor, que haya supuesto un problema para él los días siguientes (hasta esta última conversación)

No quiero hacer nada que le moleste, quiero que sea feliz, me siento bien cuando está feliz. Tengo que aprender a controlar esos sentimientos tal vez demasiado infantiles que aun se me escapan aunque quiera ocultarlos. No sé cómo hacerlo, siempre he pensado que esto es cuestión de tiempo y a base de repetición de situaciones fastidiosas. Creo que también debería aprender a expresarme de otra forma, el anterior post lo escribí para que él supiera cómo me había sentido, pero resulta que él lo vio como un reproche (de nuevo se me escaparon esos sentimientos infantiles)

Voy a hacer un esfuerzo por confiar en él, por ver la relación como él la ve y por no darle importancia a hechos que realmente no la tienen.

-Gracias, Amo, por la conversación, por escucharme, aguantar mis lloros e intentar entender esta cabecita loca de cría-

4/1/11

¿Estás enfadado conmigo por lo de ayer?

Días extraños estos últimos. No lo voy a negar, he llorado por lo que ha pasado.

¿Estás enfadado conmigo por lo de ayer? Sé que no estaba concentrada. ¿Pero cómo iba a estarlo después de esperar dos horas en el salón, sola, mientras tú estabas con esa chica que ni conocíamos en mi habitación, con mis juguetes, agotando el tiempo que tanto deseaba pasar contigo?

En ese tiempo estuve pensando cómo debía sentirme. Al principio estaba interesada por lo que podía pasar. Tal vez me llamaras para participar. Tal vez salierais para hacer una sesión en el salón con los demás instrumentos que había colocado encima de la mesa, como me habías ordenado. No conseguía oir todo lo que pasaba. No, le oía a la chica, y me preocupaba, porque a lo mejor te enfadabas o te decepcionabas. "Es que eso no me gusta", ¿y para qué acepta una sesión con un Amo si no es sumisa? Cada vez veía más dificil que me llamaras.

Y entonces te asomas. "Vete al otro cuarto, que quiere ir al baño" ¿Qué? ¿Ni siquiera se atreve a pasar desnuda por delante de mi? Cada vez lo veo todo más negro y me preguntas que si quiero pasar a la habitación. No, claro que no quiero, llevo una hora aburrida y semicabreada fumando en el salón sin hacer nada, lo que menos me apetece es meterme en un cuarto con una niña que se va a negar a todo en redondo.

Ahí estaba la niña que no hacía nada por tí, aprovechada y maleducada, pero tú no hacías nada para que se fuera, para pasar el tiempo conmigo. Dos semanas sin vernos y metes en mi casa una desconocida impertinente.

¿Cómo me tengo que sentir? No me gustó. Ya te lo dije. No me gustó y no me pareció bien lo que pasó ni cómo lo llevaste.

Desde ahora digo, y espero que aceptes, que en mi casa no entra nadie.

Intentaste arreglarlo. Te quedaste más tiempo del que tenías pensado. Pero no fue bien. "No hubo conexión", como tú dijiste. Yo necesitaba más tiempo y creo que tú lo sabías. Te pedí muchas cosas en esa "Carta para los Reyes Magos" que me hiciste postear aquí. No obtuve ninguna. No te lo reprocho, por supuesto que no. Pero no me quedé satisfecha. Quería recordar los azotes y volver a disfrutarlos, no pude. Quería superar límites también con agujas, las nombraste al principio de la tarde, luego se olvidó. Quería pasar tiempo contigo, guardé toda la tarde para tí, y me la robó una desconocida.

Pero hoy, otro día, te noto diferente. Yo no estoy enfadada. No te reprocho nada. Fue un día que no nos gustó, ya está, se pasó. Pero te noto distante. Esperarías más de mí después de todo eso. Yo no estuve a la altura. Tal vez creíste que me había enfadado contigo.

¿Estás enfadado conmigo por lo de ayer?

1/1/11

Recuerdo una noche

Después de mi última experiencia con la electricidad pasé la noche con mi Amo. Pienso en esto ahora, porque hace ya mucho que no dormimos juntos y empiezo a olvidar cómo es pasar una noche junto a él.

Me empiezo a olvidar del momento triste del "buenas noches", que solo consigo alargar acariciándole el pelo y viendo cómo poco a poco su respiración se va ralentizando. Su tranquilidad nocturna me acuna hasta que no puedo sostenerme y me tumbo junto a él.

Me empiezo a olvidar de su brazo recogiendo todo mi cuerpo y apretándome contra él, ese peso dulce que tantas noches he disfrutado. Y su calor que me calienta hasta que caigo en un profundo sueño del que él mismo me saca pocas horas después.

Y me mueve y noto cómo me abre las piernas. Pero yo sigo soñando y los sueños se me mezclan con realidades, hasta que noto su cuerpo sobre mí y despierto en un mar de placer.

Pero esa noche no fue así. Desperté con las piernas abiertas y no confié en que mi Amo me daría placer. Le pregunté si llevaba condón, le pedí que me dejara tocarlo, le dije que tenía que comprobarlo. ¿Es que acaso no confío en él? ¿Por qué despierto así en vez de sumisa y complaciente?

Se me vinieron a la cabeza otras situaciones pasadas, tal vez sin importancia para él, pero mi cabeza funciona así. La primera o segunda vez que nos vimos, él quería asegurarse de que yo nunca dejaría que nadie me follara sin condón y jugó conmigo para ponerme a prueba, yo caí la primera vez, pero aprendí la lección. Y otra noche, los dos muy cansados, y sin pensar él quiso usarme, le recordé el condón y fue a cogerlo.

¿Por qué esta ocasión no iba a ser una prueba? ¿Cómo puedo saber cuándo confiar y cuando no?

También me empiezo a olvidar de sus azotes. Cuando esa noche ya acababa, despiertos los dos, empezó a azotarme con un cinturón. Y yo le pedía más y más. No recuerdo otra vez con él en la que me azotara durante tanto tiempo. Yo disfruté mucho, aunque en algún momento me desconcentrara, pero ¿y él? Sé que le gusta azotarme, pero también le gusta darme bofetadas y también recuerdo un día en el que se las pedí más fuertes (y él me las dio) que luego me dijo que así no le gustaban. ¿Puede ser que esos azotes tampoco le gustaran?

Él me insiste en que haya comunicación, que le diga cuándo me gustan los azotes y cuándo no. Pero ¿cómo hace una sumisa para pedirle lo mismo a su Amo?

Contradicción de las órdenes

Muchas veces me he visto en una situación en la que una orden de mi Amo contradecía otra. Esta es posiblemente una de esas situaciones.

Me prohibió hablar con otros Amos, ya fuera por chat, cara a cara (con mi anterior Amo) e incluso aquí en el blog, solo contestar escuetamente y adiós. Pero ahora también me ha dado la responsabilidad de buscar gente con la que compartir experiencias.

Buscando por chats tarde o temprano me iba a encontrar a algún Amo. Si es un Amo que solo busca robar sumisas, adiós, eso lo tengo fácil. Pero ¿qué pasa cuando es un Amo que quiere compartir a su sumisa con el mío?

¡Lo admito, he hablado con Amos! Amos que se interesaban cuando les decía que era sumisa e iba buscando una chica para mi Amo, Amos que me intentaban liar y les tenía que dar esquinazo cambiándome y recambiándome el nick y Amos que querían ofrecer a su sumisa a cambio de poder jugar conmigo.

El entrar tantas veces al mismo chat hace que empieces a reconocer a la gente solo por su nick, y parece que ellos también reconocen los míos. El otro día uno de estos Amos habló conmigo:

-Buscas sumisa, ¿eh? Yo también, hoy es buen día, ¡hay muchas!

Me sentí como en un mercado de esclavas, comentando cuántas había, como quien pasea por la plaza del pueblo hablando de los turistas.

Espero que esto no le parezca mal a mi Amo y que ya hubiera pensado que podía pasar encomendándome este reto y esta responsabilidad.

Atropello de la Navidad en 10 frases

1.- El tiempo pasa más despacio cuando estoy fuera de Madrid.

2.- No quiero volver a coger un libro para estudiar en mi vida.

3.- La familia cuanto más alejada, mejor.

4.- Imposible pasar tanto tiempo sin sexo.

5.- Mi culo ha tomado unas dimensiones algo complicadas a la hora de meterlo en unos pantalones.

6.- Voy a pasarme dos semanas a zumitos, se acabó el zampar.

7.- Echo demasiado de menos a mi Amo.

8.- De repente tengo más de una vida (sumisa, chica con pareja, hija, amiga crecidita del cole pero igualmente buena...) A veces dudo de quién soy depende con quién hable.

9.- Confirmado, las uvas siguen sin gustarme.

10.- Menos mal que queda todo un año para que se repita esta situación...

Formas de ligar por el chat

En mi búsqueda de una chica para mi Amo me he encontrado con gente diversa y sus diferentes formas de relacionarse conmigo.

Ojalá mi Amo buscase sumisos, porque hablando con uno en menos de media hora ya lo teníamos todo claro y solo queda el consentimiento de mi Amo para que yo pueda someterle. Sí, es algo a lo que le tengo ganas, someter a un sumiso. Sé que este en concreto no le va a gustar a mi Amo, no es de su estilo, pero tiene ganas, experiencia, es bisexual y a mi me gusta. Para jugar con él un ratito creo que podría ser interesante. Y con la de chicos que se han querido apuntar al esperado trío y que se enfurruñaban cuando les decía que buscaba chica, cada vez me apetece más coger a uno de ellos y hacerle una rica lluvia dorada.

También fue muy fácil hablar con una chica un poquito entrada en kilos. Me puso la cam a la primera, fue sincera y abierta al decirme que no tenía experiencia, pero que ganas no le faltaban y no se metió en mi vida privada. Una conversación un poco más larga que con el sumiso, dado que sé que mi Amo es exigente con el físico de las chicas, y tenía que asegurarme de qué se podía llegar a hacer con ella. A mi me gustó y tengo un par de fotos, que aunque chiquititas y robadas podrá ver mi Amo y decidir qué hacer.

Todo cambia cuando hablas con chicas demasiado jóvenes, vainilla y heterosexuales. Quieren pero a la vez ponen tantas pegas que apetece mandarlas a la mierda. Y no sabes si ir de experimentada o de igualmente insegura para que cojan más confianza. Acabas teniendo conversaciones sin sentido, en las que yo al menos, me pregunto si en algún momento he tenido esas ideas por la cabeza:

-Bueno, no me gustan las chicas, pero me da morbo lo del trío. ¿A vosotros qué os gusta?
-Mira, a mí a veces, me gusta que me den azotes, bofetadas, ¿sabes? Así, que me usen, en plan sexo duro.
-Uy, sisi. Bueno, si son flojitos, sin hacer daño. ¡Sí, a veces me gusta que me den caña!

Con esa poco se podrá hacer, mucho problema con las chicas, obsesionada con las medidas de mi Amo y no admite ni un cachetito.

Y con las parejas se mezcla todo. Hablas con el chico y te pide que le cuentes posibles situaciones que le den morbo. Hablas con la chica y te pone los límites con preocupación y te pregunta por las medidas de mi Amo.

¡Qué obsesión con saber cuánto le mide a mi Amo! No recuerdo haber preguntado yo eso nunca a nadie. Y más de una ya me pide datos exáctos... Voy a tener que ir con el metro a sacarle las medidas, porque tal vez he dado una imagen demasiado grandiosa de mi Amo.

Echo de menos los azotes

Recuerdo los azotes de la última vez. Ya entrada la noche, él echado en el sofá y yo de rodillas en el suelo. Se enfadó porque no le daba las gracias, le gusta que haya comunicación. Paró. Dijo que si no le decía si me estaban gustando no seguiría, que le parecía igual de mal que aquella vez que me corrí sin avisarle.

No recordé darle las gracias por esos azotes, porque los sentí diferentes. Normalmente pienso en la vara, el ruido que hace cortando el aire, la fuerza con la que mi Amo hará que choque contra mis nalgas... Pero esa vez pensé solo en el dolor, en cómo lo sentía yo sin pensar en el instrumento. Y ese dolor se transformó y dejó de ser dolor. Estaba tan confusa por el nuevo sentimiento que olvidé hablar con mi Amo.

Pudo ser, esta nueva sensación, porque pocos días antes había recibido muchos azotes y tal vez mi piel estaba acostumbrada. Recuerdo que mi Amo dijo que estaba impaciente por verme otra vez sin marcas.

Esto me hizo pensar en mi anterior Amo. Al contrario que a mi Amo, a él le ponía verme marcada y por eso siempre que me veía me azotaba hasta dejarme marcas que podían durar una semana. Tal vez por él yo también le cogí gusto a verme el culo amoratado.

Sé que a mi Amo le fastidia, pero cuando me deja marcas poderosas, me las miro y siempre digo que no son para tanto. No me sorprendo al vérmelas por estar acostumbrada a las de mi anterior Amo, pero a veces me deja el culo para enmarcar.