3/12/10

Dos semanas después

Dos semanas hacía que no nos veíamos a solas. Ha sido una excepción. Cuando empezamos nuestra relación, hace ya unos meses, me prometió sacar tiempo para vernos dos veces por semana como mínimo. Hasta ahora lo ha conseguido cumplir, no me siento abandonada como con mi anterior (y primer) Amo. Pero me gustaría poder verlo más, siempre se quiere un poquito más.

Sal a las 13.30 de casa, me dijo. Y así lo hice, sin esperar una llamada suya ni llamándole yo a él, por no molestarle. Pero cuando llegué al restaurante donde habíamos quedado tuve que esperar. Odio esperar. Mirando por la ventana, viendo pasar a los niños que salían del colegio, comprobando todos los coches y confundiéndolos todos con el suyo. Poco a poco el nerviosismo que sentía cuando había llegado se transformaba en frustración y me controlaba para no llamarle, para no enfadarme.

No pude evitar recordar los días en los que me tocaba esperar a mi anterior Amo. Me hacía esperar horas, nunca supe si lo hacía apropósito. Es diferente esperar en casa, en esas situaciones me daba tiempo a limpiarla de arriba a abajo unas cuantas veces. Pero ahora estaba en un restaurante.

Me llama. Lo veo en la calle. Ya no me importa la espera, podría haberle esperado mucho más sin moverme del sitio.

Se le ve contento, activo, como siempre. Es como si su energía englobara a la mía, solo con una mirada me siento tranquila, me siento suya. Le echaba de menos, a él y esa sensación. Solo pienso en que acabe la comida, en que me lleve a la habitación y haga conmigo lo que quiera. Y él lo sabe.

Paga la cuenta, salimos a la calle, los apartamentos están justo enfrente. Me gusta cómo me agarra del brazo cuando cruzamos. Ya estoy nerviosa.

La habitación es bonita, cada cuarto de un color. Me gusta ver los apartamentos que se alquilan por horas, no he estado en muchos, y aunque me sienta cómoda en esas habitaciones, me sigue resultando divertido ir a estos sitios. Me pregunta si quiero una sesión fuerte. Yo ya no puedo pensar, me tiemblan las piernas, solo quiero sentirme suya, que me domine, pero no sé decirle cómo. Me ordena que me desnude y me ponga a cuatro patas en el suelo mientras él se saca el cinturón. Tantas noches soñando con sus azotes, deseando ver las marcas en mi culo y cuando llega el momento estoy tan nerviosa que no puedo disfrutarlo completamente.

Me azotó el culo y la espalda (sabe que me gusta). Ahora tengo las marcas y las puedo mirar y recordar ese momento, justo antes de que hiciera que me corriera tan rápida e intensamente como nunca.

Me gusta ver cómo descansa en la cama después de la explosión de placer. Me gusta pensar que le hago feliz.

Fueron unas horas. Suficientes, cuando acabó estaba satisfecha y él también.

¡Pero ahora quiero más, un poquito más!

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