11/12/10

Esperado encuentro: En la habitación

Bonitas vistas y temperatura perfecta en la habitación. Me dice que ponga sobre la mesilla todo lo que he traído (condones, lubricante y el plug inflable) y también su cinturón y que me desnude.
Me quito toda la ropa, pensando en qué dirá cuando me vea depilada y empiezo a poner las cosas en la mesilla. Otra vez se me ha olvidado recogerme el pelo, sé que no le gusta, pero espero que no me diga nada...

-¿Y el cinturón?

Seré idiota, por pensar en el pelo ahora parece que intento librarme de los azotes. Me pone boca abajo, me dice que me abra el culo con las manos y echa un poco de lubricante. Pero no va a follarme el culo, coge el plug inflable. Recuerdo entre escalofríos las palabras del vendedor -si es para uso anal te tendrías que llevar un lubricante sedante...- Es demasiado grande, ¿por qué no habré cogido el pequeño?

Lo empieza a meter, siempre estoy demasiado tensa cuando ocurre esto, pero no sé cómo relajarme, solo pienso que es demasiado grande y que el pelo me está tapando la cara, eso no le gusta. Me duele, pero a la vez me gusta. No sé cuánto metió, tal vez solo la mitad, pero empezó a hincharlo y el placer superó al dolor. Me retorcía y temblaba; él lo hinchaba y lo movía. Hasta que me corrí. Al final ha sido buena compra.

Echado en la cama, me arrodillo hambrienta entre sus piernas mientras oigo la ya conocida frase "la vez que mejor me la comiste fue en mi casa, ¿te acuerdas?, tiene que ser igual o mejor" Maldita la hora en la que me inspiré entre sus piernas, ahora voy con presión, pero aun así queda claro que le gusta.

Foto de Pavel Kiselev
Ya relajados me echo a su lado y nos abrazamos. Le pregunto si le gusta que me haya depilado del todo y me dice que sí, que le gusta mucho. Resulta que aunque no lo pida, lo agradece. Estamos contentos, hacía ya mucho que no teníamos tanto tiempo a solas. Pero no me siento como otros días. No me siento sumisa y no sé la razón. Tal vez solo me apetece jugar, pero empiezo a llevarle la contraria. Quiere que le bese y yo me alejo y cuanto más me niego a hacer lo que él me dice, más fuerte me coge y más me gusta. No dejo de revolverme hasta que se cansa, me agarra fuerte del cuello y empuja mi cabeza contra la cama y sin esperarlo cae sobre mis nalgas el cinturón. Realmente me lo he ganado, pero no siento que haya sido suficiente. No me disculpo, no quiero.

Nos miramos a los ojos. Me habla de lo que ha pasado, no le escucho, compruebo las marcas del cinturón en mi culo, me gusta mucho verlas. Y él se burla "no te mires, que no ha sido para tanto" No queda nada de sumisión en mí, me enfado, pero no digo nada. Tanto tiempo sin verle, sin oirle, sin saber casi nada de él... Le he echado de menos y él se burla de mí.

Le doy una bofetada, flojita, solo me interesa lo que el gesto implica, no el dolor.

Se ríe. "No quieres ir por ahí..." De repente tengo miedo. No debería haber hecho eso, pero tengo curiosidad por ver qué va a pasar. Me fastidiaría que no hiciera nada, que el darle una bofetada a mi Amo no significara recibir un castigo. Estoy tan tensa por lo que puede llegar a pasar que se me saltan las lágrimas. Me mira serio. Lo siento. Él piensa que quiero recibir un castigo, se le ve en la cara que viene otra de sus lecciones. Y llega la lección.


Me coge de la mano y me lleva a la puerta de la habitación. ¡Me va a sacar desnuda al pasillo! Se oye a la gente fuera, me revuelvo, no puedo hacer eso. Pero él me agarra y me pone frente a la puerta "Ábrela" Yo no puedo, me tiemblan las manos, pero él insiste. Quito despacio los cerrojos atenta a los sonidos del pasillo y abro la puerta, solo una rendija. "Sal". Cierro la puerta, me echo a llorar. No puedo. Dice que no me va a obligar, que tengo que obedecer. Yo solo pienso en huir, y eso es lo que hago. Vuelvo a la cama, me hago un ovillo e intento aguantar las ganas de llorar.

Él llega, sin mirarme. "Contaré hasta cinco y me iré. Ya sabes lo que tienes que hacer"

¿Cómo me pone en esta situación? Casi no puedo ni moverme del miedo. UNO. No es la primera vez que me pasa esto. Si no hubiera hecho el idiota con la bofetadita... DOS. Se va a ir, se va a ir y me va a dejar aquí sola, no puedo pasar por eso otra vez. La bofetada se la he dado porque lo he echado de menos, no para que se vaya.

Me levanto y voy corriendo a la puerta, la abro, estoy dispuesta a salir, me da igual que me vea quien sea. Él me para. "Dame un abrazo" Me echo a llorar.

De vuelta en la cama hacemos una parada. Menos mal, de tanta tensión estoy destrozada. Mientras me fumo un cigarro él lee la lista de prácticas bdsm que me mandó hacer. Ocho páginas de lista con todo lo que he encontrado por internet, en colorines lo que me gustaría probar, lo que ya está hecho y lo que considero límites. Horrorizada veo cómo va tachando algunos de mis límites. Me dijo que lo que estuviera en esa lista, se haría... Empezamos a hablarlo, pero no cambia de opinión. Me va convenciendo. ¿Me está manipulando o realmente he sido demasiado estricta al poner los límites? Sea lo que sea, esos límites ya no existen.

No eran esos límites los que me podían dar problemas. Tendría que haber tenido más cuidado haciendo la lista. Me dice que por lo que ha leído en ella parece que me gusta sentirme como un trozo de carne, que me usen sin pensar en mí. Sí, puede tener razón, pero con esa voz y esa mirada empiezo a sentirme insegura. Pone un cojín en el suelo, inmediatamente me arrodillo sobre él. Ese es mi sitio, arrodillada frente a mi Amo, ahí estoy cómoda. Me pone la cabeza sobre su rodilla y me acaricia. Me relajo. Me siento protegida, estoy tranquila. Pero de repente me empuja al suelo, realmente va a hacer que me sienta como un trozo de carne. Me da patadas en el culo. No duelen, pero las "siento" mucho. Dice que me va a follar el culo, pero aun lo tengo dolorido del plug. "¿Y qué podemos hacer, eh? Te duele, pero yo te quiero follar el culo, ¿qué hacemos?" Me siento estúpida, él sabe que me va a doler, que no quiero hacerlo, no quiero que me pregunte, solo respondo con "no sé". Me pone en la cama, estoy demasiado nerviosa. No usa lubricante, aunque le pido que pare no para, solo siento dolor. Admito que no quería que lo hiciera, pero por otra parte sí que quería. No era capaz de decirle que lo hiciera, pero no me sentí mal por pasar por eso.

Últimamente hemos tenido muchas conversaciones sobre si él se controla o no cuando está conmigo, y en esta ocasión, aunque también sé que se controló, fue un poquito menos que otras veces. Me gusta que se controle, así me siento más segura y lo admiro, pero también quiero llegar a la situación de admirarlo lo suficiente como para que no sea necesario que se controle tanto.

Después de otro ratito de abrazos, besos y cigarros, tal vez como recompensa, tal vez porque le apetecía, me metió el plug inflable por el coño provocándome incontables orgasmos, hasta que tuve que pedirle que parara, porque sentía que me desmayaba.

Mareados, cansados y doloridos salimos de la habitación y nos despedimos con un beso en la mejilla.

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